Reflexión sobre el testimonio de Roy Schoeman

Es un gran consuelo escuchar que, también en nuestro tiempo, Dios interviene de forma extraordinaria en la vida de una persona, así como sucedió con Roy Schoemann. Dios es libre para entrar en cualquier momento en la vida de una persona, aunque ésta no sea creyente, para conducirla a la fe. ¡Esto puede estimularnos a orar, porque ciertamente detrás de la conversión de Roy estuvieron también las oraciones de los fieles!

 Escuchamos en su testimonio sobre esa especie de “barrera judía” que Roy tenía hacia la fe cristiana. Después de su primera iluminación y conversión, estaba dispuesto a seguir cualquier religión, con tal de que no fuese la cristiana. En un texto que Roy me compartió, donde puso por escrito su camino hacia la fe, decía que, aún después de su encuentro con la Virgen, seguía sintiendo durante un buen tiempo un rechazo interior hacia el cristianismo, el cual tuvo que superar. ¡Y la resistencia era especialmente contra el catolicismo!

 En su primera experiencia con Dios, que quisiera denominar como “iluminación” y la cual lo llevó a la conversión, vimos que el Señor, en su infinita Sabiduría, no le dio a conocer su Nombre todavía. Para ese momento, Roy aún no hubiera estado preparado para reconocer la plenitud de la verdad. Así que Dios fue paso a paso… Antes de haber tenido la experiencia con la Virgen María, había pedido durante un año entero que se le revelase el Nombre de Dios. A través de esa oración, la gracia de la iluminación que había recibido pudo asentarse más profundamente en su alma -sin duda por obra del Espíritu Santo-, de manera que estaba listo para el siguiente paso.

 Si la primera experiencia con Dios había sido más bien un reconocer a Dios, un reconocer de Su amor y verdad; el encuentro con la Virgen María tocó directamente su corazón. Como él mismo declara, se “enamoró” de Ella, y así quedó preparado para hallar el camino al Señor Jesús y a su Iglesia. ¡Cuánta ternura y comprensión de parte de Dios se muestra en este proceso que recorrió para llegar a un hijo de su “primer amor”, Israel, que se había hecho ateo y atravesado por las confusiones de la Nueva Era! Lo que lo conquistó fue el amor de la Virgen, a lo que vino a añadirse la irresistible atracción que empezó a ejercer sobre él la Santa Eucaristía, según cuenta Roy en otra versión de su testimonio.

 En lo que refiere a su primera experiencia, vale que interioricemos aquella consciencia que en ese momento obtuvo Roy, de que todo lo que hacemos en esta vida sucede de cara a Dios y Él lo conoce. San Pablo advierte en su carta que aprovechemos el tiempo presente (cf. Ef 5,16), haciendo el bien. ¡Y aquí cuenta aún la más pequeña oración! De esta forma, podemos atesorar tesoros en el cielo (cf. Mt 6,20)…

 Antes de cerrar este bloque de meditaciones que le hemos dedicado al testimonio de Roy, destaquemos una afirmación fundamental que él hizo en el marco de las preguntas… De acuerdo a lo que nos enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, la Segunda Venida de Cristo no se cumplirá mientras que el pueblo judío no se convierta al Señor. Por eso, en orden a la historia de la salvación, la oración por los judíos es de inestimable importancia.

 En ese sentido, resulta tanto más extraño el hecho de que, dentro de la Iglesia, en estos tiempos se piense cada vez menos en la conversión de los judíos, e incluso se llegue a creer que podrían simplemente continuar en el camino de la Antigua Alianza, sin que haga falta que se encuentren con Jesucristo. ¡En algunas partes es casi mal visto querer convertir a los judíos! ¡Hasta dónde se ha llegado!

 Ciertamente es correcto que, en relación a la evangelización de los judíos, hay que estar particularmente atentos a la guía del Espíritu Santo y encontrar el camino acertado de acuerdo a la Sabiduría de Dios. Eso lo veíamos precisamente en la historia que Dios recorrió con Roy… ¡Pero es absurdo dejar de interesarse en que los judíos conozcan a su Mesías, y no orar siquiera en esa intención!

 Uno podría incluso preguntarse si acaso de esta forma el Enemigo haya conseguido impedir que los cristianos aceleren la Segunda Venida de Cristo. La conversión de los judíos ¿ha de ser únicamente trabajo de Dios? ¿No puede Él contar con nuestra colaboración? ¿Acaso hoy entendemos las cosas mejor que San Pablo en su tiempo? Roy, así como otros judíos que encontraron al Señor, no pueden más que sacudir la cabeza ante tales tendencias.

 Finalmente, como agradecimiento a Dios por la conversión de Roy Schoemann, quisiera unirme a estas palabras firmadas por la mayoría de los Padres del Concilio Vaticano Primero, e invito a todos los oyentes a hacer lo mismo:

 Los abajo firmantes Padres del Concilio, humildemente, pero con urgencia, suplicamos que el Santo Concilio Ecuménico del Vaticano se digne acudir en ayuda de la desafortunada nación de Israel con una paternal invitación; es decir, que exprese su deseo de que finalmente los israelitas se apresuren a reconocer al Mesías, nuestro Salvador Jesucristo, verdaderamente prometido a Abraham y anunciado por Moisés, completando y coronando así, no cambiando, la religión mosaica.

 Por un lado, los Padres aquí firmantes tenemos la firmísima confianza de que el santo Concilio tendrá compasión de los israelitas, ya que ellos siempre han sido queridos por Dios a causa de sus padres, y porque de ellos nació el Cristo de acuerdo a la carne.

 Por otro lado, los mismos Padres, compartimos la dulce e íntima esperanza de que este ardiente deseo de ternura y honor será, con la ayuda del Espíritu Santo, bien recibido por muchos de los hijos de Abraham, debido a que los obstáculos que los retuvieron hasta ahora, parecen estar desapareciendo más y más, y el antiguo muro de separación ya ha caído.

 Habrán, pues, de aclamar con prontitud al Cristo, diciendo: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”

 Habrán, pues, de arrojarse en los brazos de la Inmaculada Virgen María, su hermana de acuerdo a la carne, quien desea igualmente ser su madre de acuerdo a la gracia, así como es la nuestra.

(Postulatum firmado por los Padres Conciliares del Concilio Vaticano I)


Harpa Dei acompaña musicalmente las meditaciones que a diario ofrece el Hno. Elías, su director espiritual. Éstas se basan normalmente en las lecturas bíblicas de cada día; o bien tratan algún otro tema de espiritualidad.
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