La importancia de la Palabra de Dios

Mt 13,1-9;18-23

Aquel día, Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa. Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas. Les decía: “El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y éstas, al crecer, las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. ¡El que tenga oídos, que oiga!”.

“Escuchen, entonces, lo que significa la parábola del sembrador. Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: este es el que recibió la semilla al borde del camino. El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría, pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe. El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto. Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Este produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno”.

La escucha y la comprensión de la Palabra es lo decisivo para que ésta pueda moldear nuestra vida. Por eso, el estudio de la Palabra de Dios debería ser nuestro pan de todos los días. La Palabra de Dios nutre nuestra vida espiritual, nos ilumina y orienta.

Pero en el evangelio de hoy Jesús nos advierte del riesgo de que este diario alimento no produzca su fruto. ¿Cómo podemos evitar este peligro? En nuestra vida espiritual, es importante que nos propongamos un orden constante. Es fundamental que leamos diariamente la Sagrada Escritura; y si, por alguna razón, no nos fuese posible hacerlo en un día, podemos recuperarlo al día siguiente. El enemigo quiere hacernos creer que esta lectura diaria no es tan importante, que podemos posponerla para otra ocasión, que hay otras actividades de más importancia que deberíamos hacer… Él aprovechará las circunstancias externas para alejarnos de la lectura sagrada.

Por eso es tan importante tener un orden en nuestra vida, en el que dediquemos un tiempo específico para la lectura espiritual, estando conscientes de su gran valor. Así, limitaremos la influencia del enemigo y, por el contrario, nos anclaremos más y más en la Palabra de Dios.

El enemigo también tratará de provocar en nosotros una aversión hacia la Palabra de Dios, con este tipo de argumentos: “Esto ya lo he escuchado tantas veces y hasta me lo sé de memoria”; “No hay nada nuevo en estas palabras”; “Esto es imposible de ponerlo en práctica”; o simplemente nos provocará un sentimiento interior de rechazo.

Frecuentemente sucede que nos llega el cansancio y la distracción precisamente cuando vamos a escuchar o leer la Palabra de Dios. Esto sucede porque se trata de un alimento para el espíritu, que no estimula mucho nuestros sentidos. ¡Cualquier otra cosa que toque nuestros sentidos nos atraería y despertaría con más facilidad!

Como Jesús nos explica a través de la parábola, existen otros elementos más que evitan, o al menos limitan, la recepción y el aprovechamiento de la Palabra de Dios. El Señor menciona, como un impedimento, las tribulaciones que pueden sobrevenir a causa de la Palabra. Tomemos, por ejemplo, algún pasaje bíblico que formule claramente la inmoralidad de las relaciones homosexuales y que dé los lineamientos bajo los cuales la Iglesia habría de tratar correctamente a las personas homosexuales. El Cardenal Sarah ha denunciado que, en este tiempo, muchos en la Iglesia ya no hablan del acto homosexual como de un pecado; sino que se enfocan sólo en decir que hay que ser respetuosos con las personas homosexuales. Sin embargo, ¡hace falta decir la verdad en su totalidad! Tal vez aquellos que han tomado esta postura de hablar solamente del respeto y de la comprensión que merecen los homosexuales, han sido alguna vez perseguidos a causa de la Palabra de Dios, o temen la persecución. ¡Pero estamos llamados a proclamar con convicción la Palabra de Dios, y a testificársela a los demás de forma apropiada!

Otro elemento más que impediría que la Palabra produzca su fruto en nosotros, es que estemos demasiado comprometidos con este mundo, y demasiado entretenidos en las preocupaciones de la vida diaria, o que estemos absortos dándole demasiada importancia a los bienes materiales.

Por eso, la Palabra de Dios requiere de nuestra atención y disposición; de la constancia en la lectura; y de la valentía para dejarse tocar por ella. Así, la Palabra de Dios se convertirá en nuestro tesoro interior.


Harpa Dei acompaña musicalmente las meditaciones que a diario ofrece el Hno. Elías, su director espiritual. Éstas se basan normalmente en las lecturas bíblicas de cada día; o bien tratan algún otro tema de espiritualidad.
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