El Padre todo lo perdona

Palabras del Padre tomadas del Mensaje a la Madre Eugenia Ravasio:

“Mis queridos hijos, desde hace veinte siglos os colmo de estos bienes y de gracias especiales; ¡y el resultado es muy pobre!

¡Cuántas criaturas mías, que por medio de mi Hijo se habían convertido en hijas de mi amor, rápidamente volvieron a precipitarse al abismo eterno! En verdad no habían conocido mi infinita bondad, ¡y sin embargo yo os amo tanto! 

Por lo menos vosotros, que sabéis que he venido personalmente para hablaros y mostraros mi amor, tened piedad de vosotros mismos y no os lancéis al abismo. ¡Yo soy vuestro Padre!

¿Es posible que, después de haberme llamado ‘Padre’ y haberme demostrado vuestro amor, creáis encontrar en mí un corazón tan duro e insensible como para dejaros perecer? ¡No, no creáis eso! ¡Yo soy el mejor de los padres! ¡Conozco las debilidades de mis criaturas! ¡Venid, venid a mí con confianza y amor! Y si os mostráis arrepentidos, yo os perdonaré. Aunque vuestros pecados fuesen repugnantes como el fango, vuestra confianza y amor me los harán olvidar, y así no seréis juzgados! Yo soy justo, es verdad, pero ¡el amor lo perdona todo!

Escuchad, hijos míos, hagamos una suposición para que estéis seguros de mi amor. Para mí vuestros pecados son como el hierro y vuestros actos de amor como el oro. Aunque me entregarais mil kilos de hierro, sería menos para mí que si me donarais diez kilos de oro. Esto significa que, con un poco de amor, se rescatan enormes iniquidades.”

Estoy consciente de que, de una u otra forma, todos estamos ocupados emocional y mentalmente en la actual plaga, que amenaza con afectar a todos los países. Sin embargo, convendría que no todos nuestros pensamientos giren en torno a esta situación; sino que el Señor conduzca estos pensamientos nuestros a la plena libertad…

En efecto, estamos viviendo una plaga con dimensiones apocalípticas. Es por eso que, una y otra vez, tendré que tematizarlo…

No obstante, el enfoque de las meditaciones diarias debe estar en los temas espirituales, en los cuales recibimos el consuelo del Espíritu Santo, que es siempre importante, pero más que nunca en tiempos tan inciertos como éstos, cuando todas las seguridades terrenales tambalean y los hombres son invitados a poner su esperanza sólo en Dios.

¡El texto que hoy hemos escuchado nos da todas las razones para hacerlo!

En primera instancia, el Padre nos muestra que la respuesta de los hombres a Su amor es muy pobre, considerando todo lo que Él ha hecho y sigue haciendo por nosotros. Aunque han pasado ya algunas décadas desde que el Padre dio este mensaje, probablemente no cambiaría mucho lo que diría en este tiempo a este respecto.

¡Y es verdad!

Al hombre se le ofrecen los más preciosos bienes espirituales… y ¿qué hace con ellos? ¿No debería ya estar ardiendo el fuego que el Señor vino a encender en la Tierra (cf. Lc 12,49)? ¿No podría ya haber paz verdadera entre los hombres? Pero ¿qué vemos en lugar de ello?

Frente a esta evaluación tan crítica, no deberíamos cometer el error de echar la culpa a las otras personas. Es importante que nos veamos a nosotros mismos. ¿Cómo aprovecho la gracia de Dios? ¿Está actuando en mi corazón? ¿Es que me dejo transformar en Cristo para ser un hombre nuevo? ¡Hay motivos suficientes para autoevaluarnos! No debemos tener miedo de ello. Antes bien, hemos de cuestionarnos sinceramente, para recorrer mejor nuestro camino.

Las palabras del Señor son las de un Padre amoroso, que sabe muy bien que aún no conocemos realmente Su amor. Si lo conociéramos, arderíamos por anunciar y testificar al Padre por doquier.

Pero, por el contrario, hay personas que incluso corren el riesgo de condenarse, de precipitarse al abismo, como decía el mensaje…

Esto es lo que Dios quiere evitar, y nos anima a acudir siempre a Él, sin importar lo horribles que sean nuestros pecados y todo lo malo que descubrimos en nuestro corazón. Aunque duela el hecho de que nos quedemos muy atrás de lo que podríamos alcanzar con la gracia de Dios, esto no es motivo para escondernos de Él. ¡Al contrario! Hemos de acercarnos a Él, también con la gracia de un corazón contrito. Dios no sólo quiere perdonarnos, sino que está esperándonos para poder mostrarnos Su amor.

Luego, en lo que sigue del mensaje, el Padre se abaja nuevamente a nuestra forma de pensar… La justicia es irrevocable y es el fundamento para una vida en la verdad. Pero, como nos lo aseguran Sus palabras, Su misericordia incluso sobrepasa a la justicia. Y el Padre nos da un ejemplo que cualquiera puede entender…

¡Así que, con un poco de amor, se rescatan enormes iniquidades!

¡Qué invitación para nosotros, los hombres! ¡Ninguno tiene que perderse; ninguno precipitarse al abismo! ¡Todos pueden acudir a Dios, aun si han hecho cosas terribles!

¡Así es nuestro Padre! Si tan sólo los hombres lo comprendieran…


Harpa Dei acompaña musicalmente las meditaciones que a diario ofrece el Hno. Elías, su director espiritual. Éstas se basan normalmente en las lecturas bíblicas de cada día; o bien tratan algún otro tema de espiritualidad.
http://es.elijamission.net