Respetar los mandamientos de Dios” – Meditaciones sobre el Mensaje del Padre (Parte 31)

Todos los hombres deben ser llevados a cumplir los mandamientos de Dios. Éste es el requisito indispensable, si se quiere vivir en verdad y si ha de reinar verdadera paz. Ya en los tiempos de la Antigua Alianza, la violación de los mandamientos de Dios acarreaba amargas consecuencias, y, si no había conversión, el Pueblo se alejaría más y más del Señor.

De acuerdo a la concepción bíblica, las catástrofes de todo tipo constituyen reprensiones de Dios, a través de las cuales los hombres son llamados a la conversión, al experimentar “en carne propia” lo que significa abandonar los caminos de Dios. ¡Esto no ha cambiado para el tiempo actual!

Por ejemplo, para entender la pandemia actual, la clave no está, de ninguna manera, en admitir que hemos pecado contra el medio ambiente y que por eso ahora tenemos que cargar las consecuencias, tal como dio a entender recientemente en un documento el arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida. Lamentablemente tales enunciados inducen a error, habiendo perdido de vista lo esencial. Por más importante que sea el manejo adecuado de la Creación que nos ha sido encomendada y de sus recursos, los motivos esenciales para la plaga actual no radican en este plano. ¡Lo que la Iglesia debería anunciar son los verdaderos motivos! Si no lo hace, se corre el riesgo de que la voz profética de la Iglesia se vaya asemejando más a aquellos falsos profetas del Antiguo Testamento, que en la corte real anunciaban aquello que los poderosos querían escuchar, mas no lo que Dios quería decir.

Los motivos esenciales para una pandemia como ésta son los graves pecados de la humanidad contra Dios; pecados que “claman al cielo”, así como también los extravíos de la Iglesia, cuyo culmen fue un acto público de idolatría a la Pachamama en el Vaticano, la Sede de la Iglesia Universal… Así, en el brote de esta pandemia reconocemos una clara reprensión de Dios, para que vivamos conforme a Sus mandamientos.

En el pasaje que hoy meditaremos del “Mensaje del Padre” dice lo siguiente:

“Pero lo que sí espero de vosotros es la fiel observancia de los mandamientos que di a mi Iglesia, para que seáis criaturas razonables y no os asemejéis a los animales por vuestra indisciplina y vuestras malas inclinaciones. Solo así podréis, finalmente, conservar el tesoro que es vuestra alma, la cual os di y revestí con la plena belleza divina.”

Aquí vemos, entonces, cuál es el punto donde se decide si nuestra alma desplegará la belleza divina con la cual fue revestida por el Señor; o si, por el contrario, se introducirá en el proceso de destrucción del pecado. La sola observancia de los mandamientos de Dios, con la gracia que Él nos ofrece constantemente, ayudará a que nuestra alma no se deje llevar por sus inclinaciones oscuras, poniendo en peligro el tesoro de la belleza divina.

Si se desprecian masivamente los mandamientos de Dios, tal como sucede, por ejemplo, con el aborto a nivel casi mundial; si en la misma Iglesia –que es la Casa de Dios– se atenta contra el primero de los mandamientos, en un acto idolátrico a la Pachamama en los Jardines Vaticanos –un acto que no ha sido reparado–, entonces Dios puede darnos a entender, a través de acontecimientos como esta pandemia, cuán necesitados estamos de un cambio de vida.

Ahora bien: este cambio sólo puede darse al retornar a los mandamientos de Dios y al acoger Su amor. No puede consisitir en que nosotros, los católicos, nos unamos a otras grandes organizaciones mundiales para edificar un “nuevo orden mundial” con una gran visión, pero en el cual siga pecándose igual que antes, o incluso más calculada y universalmente.

¡Precisamente ahora es tiempo de anunciar el amor de nuestro Padre y de llamar a una sincera conversión! ¡Los hombres necesitan de la consoladora Presencia de Dios y de Su guía! De ningún modo es que Dios se vengue de nuestros pecados; antes bien, Su motivación es siempre nuestra salvación.

Pero, ¿qué sucede si el hombre desprecia permanentemente los mandamientos de Dios, y Su corazón, en lugar de ser morada de Dios, se envenena? De esta forma, el alma se oscurece y puede convertirse en lugar de acción para los poderes destructores.

El tesoro que Dios nos ha confiado requiere ser cultivado a través de la Palabra de Dios, a través de Sus sacramentos, de una atención cotidiana a la guía del Espíritu Santo, del camino de la santificación y de un constante diálogo con Dios. ¡Sólo entonces despertará definitivamente en nuestra alma el amor divino!


Harpa Dei acompaña musicalmente las meditaciones que a diario ofrece el Hno. Elías, su director espiritual. Éstas se basan normalmente en las lecturas bíblicas de cada día; o bien tratan algún otro tema de espiritualidad.
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