La Segunda Venida del Señor (Parte IV)

Anunciar el Evangelio

El tema de las dos últimas meditaciones fue la vigilancia y la atenta acumulación de aceite para nuestras lámparas, así como lo hicieron las vírgenes prudentes de la parábola evangélica (cf. Mt 25,1-13). Ambos caminos son apropiados para acrecentar el amor, que es necesario para que no decaigamos a lo largo de nuestras vidas y de nuestra espera del Señor.

Hay muchas formas de expresar el amor a Jesús y a las personas, y, como habíamos escuchado ayer, el amor es creativo. El amor también se interesa en saber cuáles son los deseos del corazón de la persona amada… Si se lo preguntamos a Jesús, la respuesta será clara: ¡Él quiere que el Padre sea glorificado!

“Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo existiese. He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me has dado proviene de Ti, porque las palabras que me diste se las he dado, y ellos las han recibido y han conocido verdaderamente que yo salí de Ti, y han creído que Tú me enviaste” (Jn 17,4-8).

¡Cuánto arde el Corazón del Redentor por el Padre que lo envió y por los hombres! Si este amor ardiera también en nosotros, nuestro mayor deseo sería el mismo que el de Jesús.

Podemos dar una expresión concreta al cumplimiento de este deseo: es el anuncio del Evangelio en todo el mundo (cf. Mt 24,14; Mc 13,10). Nada glorifica tanto al Padre como cuando el hombre responde a Su amor, acoge Sus palabras y empieza a vivir con Él; cuando le da al Padre la oportunidad de colmarlo con Su amor.

Como habíamos escuchado en la meditación del 13 de diciembre, en la introducción a esta semana, el anuncio del evangelio en el mundo entero es una de las señales que han de preceder al Retorno de Cristo.

¿Será que el Evangelio ya ha sido anunciado en todo el mundo? ¿Podremos decirle al Señor que esta condición se ha cumplido ya y que por favor venga pronto?

Quizá notemos que, de alguna forma, a estas preguntas podemos responder tanto con un “sí” como con un “no”. Es cierto que el Evangelio ha llegado muy lejos; tal vez a cada nación y prácticamente a todos los pueblos. Pero, ¿será que echó raíces?

Pensemos en tantos países asiáticos o en naciones marcadas por el Islam, que no conocen realmente el Evangelio; pensemos en aquellas generaciones que han caído bajo el dominio comunista o siguen estando en él; o en aquellos países en los cuales es cada vez más escaso el anuncio del Evangelio con autoridad… Ante este panorama, tendremos que constatar que la situación parece triste. Frecuentemente el anuncio es sólo “horizontal”; es decir, enfocado primordialmene en ayudar a las personas en sus necesidades terrenales. Sin embargo, lo primero debería ser la salvación eterna de las almas, y que los hombres puedan llevar una vida llena de sentido en este mundo.

Las posibilildades de anunciar el Evangelio por doquier han aumentado notablemente gracias a los medios de comunicación modernos. Si se los aprovecha para la evangelización, alcanzan su más alta determinación. Por supuesto que no puede pasarse por alto el hecho de que a menudo las posibilidades técnicas caen bajo el dominio de los poderes oscuros, y se puede notar cada vez más que aquellos que ponen a disposición estos medios corren el riesgo de abusar de su poder. No obstante, mientras nos sea posible, deberíamos aprovechar estos canales, aunque sin descuidar las oportunidades de anunciar directamente el Evangelio.

Permítanme ser muy concreto aquí, porque se trata del gran deseo del Corazón de Jesús, ¿y cómo podría negársele un deseo al Señor?

Gracias a Dios, son muchas las personas que escuchan mis meditaciones diarias, y aún más las que son tocadas por la Música Sacra cantada por Harpa Dei. Eso nos alegra mucho, y nos sorprendemos por los caminos a través de los cuales el Espíritu Santo toca los corazones de los hombres. Especialmente la última canción “Ven, Señor Jesús, Maranathá” (https://www.youtube.com/watch?v=srCwBJ0-ZY0) está teniendo una muy buena acogida. Quizá sea el clamor que debería extenderse como un fuego en toda la Iglesia y después en el mundo entero. Con estas palabras, le mostramos a Jesús que lo estamos esperando, que aún encontrará amor en la Tierra, y le pedimos que venga pronto…

Pero, mientras tanto, ¡queda mucho por hacer!

Por eso tengo una petición para todos ustedes. Me gustaría tanto escribir meditaciones que también podrían servirles a aquellas personas que aún no conocen al Señor y están en búsqueda. ¿Puedo pedirles sus oraciones en esa intención?

¡Estos tiempos de Covid son tiempos apocalípticos! ¡Urge anunciar el Evangelio y llamar a los hombres a la conversión! Precisamente la consciencia de Su Retorno debería despertar todo en nosotros para transmitir el mensaje salvífico del Evangelio, sea cual fuere la forma.

¿Contamos con ustedes?


Harpa Dei acompaña musicalmente las meditaciones que a diario ofrece el Hno. Elías, su director espiritual. Éstas se basan normalmente en las lecturas bíblicas de cada día; o bien tratan algún otro tema de espiritualidad.
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