ITINERARIO CUARESMAL | Día 4: “Serenidad en la adversidad”

Marcados con la cruz de ceniza, avanzamos en este santo itinerario cuaresmal hacia una conversión más profunda. Con el ayuno proveemos buena leña para el fuego del amor y en todo mantenemos la mirada fija en Dios, sin buscar las alabanzas de los hombres.

Como los discípulos, estamos de camino con el Señor, y en esta travesía también puede haber vientos contrarios e incluso tormentas, como nos relata el evangelio de hoy en la Misa Tradicional (Mc 6,47-56). Pero el Señor no nos deja solos y siempre intervendrá en nuestro favor precisamente cuando creamos que la barca se hunde y estemos indefensos ante las tormentas (Mt 8,23-26). En estas condiciones, el Señor exhortó a los discípulos a creer y confiar en Él. Y entonces calmó la tempestad.

He aquí una importante lección para nosotros…

Por más que nos gustaría que la barca de nuestra vida se deslizara serena y apaciblemente, no siempre puede ser así en este mundo. Por ello, tenemos que aprender a afrontar las circunstancias adversas confiando en el Señor, y considerarlas además como una escuela a través de la cual Él nos forma. Si queremos crecer en la fe –y es necesario que lo hagamos, para no quedarnos como “enanos en la fe”– entonces no podemos contentarnos con tomar sólo “leche”, como dice acertadamente San Pablo (1Cor 3,2), sino que necesitamos también alimento sólido. Las luchas y adversidades que hemos de afrontar, volviéndonos capaces de cargar las cruces, son alimento sólido.

A medida que crezca nuestra fe, iremos adquiriendo más valentía y fortaleza en nuestro camino, de las que tendremos cada vez más necesidad. Entonces, las dificultades que se acumulan se nos convierten en pruebas que hemos de superar en el Señor. Como valioso fruto, la fe se arraiga más profundamente en nuestra alma y van desapareciendo el miedo y la ansiedad.

Las adversidades pueden venir de dentro o de fuera, y debemos estar preparados para ellas. Esto no significa, de ningún modo, que tengamos que saber todo lo que podría sobrevenirnos y que nuestra fantasía se imagine muchos escenarios para inquietarnos.

La preparación adecuada para las adversidades de todo tipo es profundizar a diario nuestra fe. San Pablo nos exhorta a embrazar el escudo de la fe, para poder apagar los encendidos dardos del maligno (Ef 6,16). Él considera a aquellos que siguen al Señor también como guerreros, que deben revestirse con la armadura de Dios para ofrecer resistencia a los enemigos invisibles: los demonios.

A medida que aumenta nuestra fe y superamos las pruebas en los combates inevitables, crece también la verdadera serenidad. Sabemos y experimentamos que el Señor está siempre con nosotros y nunca nos abandona, que nos da todo lo que necesitamos para mantenernos firmes en los enfrentamientos. Y si salimos derrotados, Él nos vuelve a levantar.

La verdadera serenidad brota de la confianza en la presencia del Señor y de la certeza de que Él revertirá todo en bien. Esta convicción nos da la seguridad en el santo itinerario que hemos comenzado. Sin embargo, nuestra atención no ha de centrarse en las luchas y dificultades que puedan sobrevenirnos, sino en el Señor mismo.

¿Cómo podemos, pues, crecer en la fe?

Podemos empezar cuando apenas nos levantamos por la mañana y le pedimos al Señor la gracia del día que comienza. Como los discípulos le suplicamos: “Aumenta nuestra fe” (Lc 17,5), y luego le presentamos esta intención en nuestras prácticas religiosas. ¡Él nos escuchará!

Luego tenemos que estar atentos al transcurso del día, ya sea lo habitual que se nos presenta siempre, como también lo inesperado que puede aparecer. Debemos intentar permanecer siempre en un diálogo interior con Dios y mirar desde su perspectiva los acontecimientos del día. De esta manera, irá cambiando cada vez más nuestra visión de la vida. Ya no será simplemente una serie de diversos acontecimientos y obligaciones que tenemos que afrontar; sino que el día de hoy es exactamente la oportunidad que el Señor nos ofrece para crecer en la fe, en la esperanza y en el amor.

“¡Éste es el día que hizo el Señor!” (Sal 117,24).

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Meditación sobre la lectura del día: http://es.elijamission.net/2022/03/05/

Meditación sobre el evangelio del día: http://es.elijamission.net/junto-a-jesus-buscar-a-los-pecadores/

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