Hoy hemos llegado al undécimo día de nuestro itinerario cuaresmal, que nos prepara a lo largo de estos cuarenta días para la gran Fiesta de la Resurrección del Señor. Seguiremos desarrollando hoy el tema de la lucha contra los vicios. Pero, antes de entrar en materia, un breve recordatorio de las etapas que hemos recorrido hasta ahora en nuestro itinerario:
–Marcados con la cruz de ceniza, escuchamos el llamado a la conversión y emprendimos este santo camino a lo largo de la Cuaresma hasta el comienzo de la Semana Santa.
–A través del ayuno fortalecemos nuestra vida espiritual y echamos leña al fuego, para que no se extinga.
–Hagamos lo que hagamos, nuestros ojos deben estar siempre puestos primero en el Señor, y la recompensa hemos de esperarla de Él y no de los hombres.
–Debemos contar con adversidades en el camino y afrontarlas con serenidad.
–En el Nombre del Señor, hemos de rechazar los ataques del diablo.
–Estamos llamados a ser pastores de los hombres y a servirles con obras de misericordia.
–Si acogemos en abundancia la Palabra de Dios en nuestro interior, ella nos señalará el camino recto y nos preservará del error.
–En la conversión de Nínive, vimos el modo correcto de reaccionar ante las amenazas.
–Es necesaria la purificación del templo exterior e interior. Para purificar nuestro templo interior, emprendemos la lucha contra los vicios, empezando por la gula.
Continuemos hoy con la lucha contra el deseo sexual desenfrenado.
- Lucha contra la lujuria
Muchas personas se ven acosadas por tentaciones sexuales y se enfrentan al espíritu de lujuria. Hoy en día, la lucha se torna aún más difícil, siendo así que los medios de comunicación nos bombardean constantemente con provocaciones y hasta los niños se ven confrontados con esta esfera a una edad prematura.
Pero también los padres del desierto conocían estas tentaciones, aun habiéndose retirado a la soledad para servir enteramente a Dios. Por ello, podemos aprender de sus experiencias.
En primer lugar, nos hacen notar que se trata de una “durísima lucha” para quienes tienen que librarla. Para vencer la lujuria hace falta la purificación del corazón, es decir, del hombre interior. También servirá aquí el ayuno y las privaciones en el comer y en el beber, así como la atención general al dominio de las necesidades del cuerpo.
Si el alma quiere adquirir y preservar la pureza sexual, debe estar consciente de que tendrá que librar un arduo combate, que va más allá de sus fuerzas y para el cual necesita imperiosamente el auxilio y la protección del Señor. Los obtendrá especialmente a través de la oración ferviente, la meditación de la Palabra de Dios, la recepción de los santos sacramentos y un estilo de vida sanamente ascético.
Este combate debe ser librado con suma vigilancia, prestando mucha atención a los movimientos del corazón y a nuestros pensamientos.
Juan Casiano, a quien ya habíamos conocido y citado en la meditación de ayer como un buen maestro espiritual, señala que Dios conoce incluso nuestros “consentimientos ocultos” a las ofertas en la esfera de la sexualidad. Pidámosle al Señor que también nosotros aprendamos a percibirlos, para poder rechazarlos contundentemente con nuestra voluntad. Este es un paso importante para alcanzar la pureza, y el espíritu de fortaleza nos asistirá en el combate.
Si sufrimos derrotas, no debemos desanimarnos. En el sacramento de la reconciliación, el Señor quiere levantarnos de nuevo para que retomemos la batalla. Quien no lucha, ya ha perdido de antemano; quien lucha y vuelve a levantarse después de las caídas para seguir combatiendo, está haciendo lo que el Señor quiere de él.
En la meditación de mañana continuaremos con este tema, abordando la lucha contra dos vicios más: la avaricia y la ira.
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Meditación sobre la lectura del día: http://es.elijamission.net/2021/02/27/
Meditación sobre el evangelio del día: http://es.elijamission.net/2020/03/07/