El primer amor de Dios

Rom 11,13-15.29-32

Voy a deciros algo a vosotros, los gentiles: Yo estoy orgulloso de mi ministerio como verdadero apóstol de los gentiles, pero lo llevo a cabo con la esperanza de despertar celos en los de mi raza y salvar a alguno de ellos. Porque, si su rechazo ha supuesto la reconciliación del mundo, ¿qué será su readmisión, sino una resurrección de entre los muertos? Porque los dones y la vocación de Dios son irrevocables.

En efecto, vosotros antes desobedecisteis a Dios, pero ahora, a causa de la desobediencia de ellos, habéis alcanzado misericordia. De la misma manera, ahora que vosotros habéis alcanzado misericordia, ellos se niegan a obedecer a Dios. Pero esto es para que ellos también alcancen misericordia. Porque Dios sometió a todos a la desobediencia, para tener misericordia de todos.

Nos encontramos una vez más con la preocupación del Apóstol San Pablo por su Pueblo, así como con su esperanza de que Israel hallará la fe. Quiere despertar celos en los de su raza para que reconozcan que Dios ha vuelto su amor hacia los gentiles, y así salvar al menos a algunos de ellos.

Ciertamente Dios no abandonó a Su Pueblo, pero el Pueblo no acogió las gracias que le habían sido preparadas con la Venida de Jesús; no reconoció la “hora de su visitación” (cf. Lc 19,44).

Pablo sabe bien lo que esto significa, porque él mismo fue tocado por la gracia de Jesús, y a partir de ese momento ardió por Él. Ahora, ¿qué puede hacer por su Pueblo? El domingo anterior lo escuchábamos diciendo que desearía estar él mismo separado de Cristo, con tal de ganar a sus hermanos para Cristo (cf. Rom 9,3).

San Pablo está profundamente consciente del valor de la vocación que le fue dada al pueblo judío, porque “los dones y la vocación de Dios son irrevocables” –como dice en la lectura de hoy.

Israel porta siempre consigo este sello de Dios, así como, por ejemplo, un sacerdote tiene impreso en su alma un sello indeleble, aun si no fuese fiel a su vocación.

Entonces, ¿qué hay de los judíos, los primeros en haber sido llamados? ¿Por cuál camino los conducirá Dios? ¿Es que podemos aún esperar que llegue una gran ola de conversión? ¿Reconocerán a Aquel a quien trasparon (cf. Zac 12,10)? ¿Y qué significaría esto para la Iglesia y la humanidad?

De algunos, conocemos por testimonio personal cómo fue que conocieron a Jesús. Nuestro amigo Roy Schoeman, un judío converso al catolicismo, coleccionó en un libro suyo dieciséis testimonios de judíos que encontraron a Jesús y a la Iglesia. Frecuentemente los caminos a través de los cuales Dios los tocó, son extraordinarios y conmovedores. Muchas veces se les escucha decir que, cuando encontraron al Señor y a la Iglesia, y se dieron cuenta de que su fe judía llegó a su plenitud en el encuentro con Jesús, fue para ellos como un “llegar a casa”.

Por ejemplo, Israel Zolli, un conocido rabino que encontró el camino a la Iglesia Católica, fue preguntado sobre por qué había dejado la sinagoga a cambio de la iglesia, a lo cual él respondió:

“Pero yo no la he dejado. El cristianismo es la integración, la culminación y la corona de la sinagoga. La sinagoga era una promesa y el cristianismo es el cumplimiento de esa promesa. La sinagoga apuntaba al cristianismo; el cristianismo presupone la sinagoga. Así se puede ver que lo uno no puede existir sin lo otro. Yo me convertí al cristianismo vivo.”

Testimonios como éste nos muestran la coherencia interior en el camino que Dios recorrió con Su Pueblo Israel hasta la venida del Mesías, y cómo este Pueblo permanece ligado a la promesa de Dios al reconocer a este Mesías, pues Jesús y los Apóstoles se dirigieron primero a los hijos de Israel, antes de ir donde los gentiles (cf. Mt 15,24). Incluso la negativa de gran parte de los judíos a aceptar a Jesús como a su Mesías, Dios la integró en Su plan de salvación, para llamar primero a todos los pueblos a la fe.

¿Será que esto despierta celos en el pueblo judío? A veces me he preguntado esto estando en Israel. ¿Qué pensarán los judíos al ver cuántas personas llegan del mundo entero para adorar a Aquél a quien ellos rechazaron? En todo caso, incluso se encargan de proteger algunos de los lugares santos de la cristiandad… ¿Cuál es el plan escondido de Dios que se puede percibir detrás de esto?

Como nos dice el Apóstol, Dios quiere tener misericordia de todos. Con la readmisión de Israel, cuando Dios pueda estrechar de nuevo en sus brazos a su “hijo primogénito”, nos espera una gran gracia.

Para terminar, escuchemos unas palabras del testimonio de un judío, Charlie Rich, que encontró el camino a casa en la Iglesia Católica. Charlie estaba sentado en una iglesia vacía y se decía a sí mismo: “Si tan solo pudiera creer con la misma certeza con la que creen los que vienen aquí a orar. Si tan sólo pudiera creer que las palabras del evangelio realmente son verdad, que Jesús realmente existió y que estas palabras son precisamento aquello que Él mismo dijo a través de su boca humana. ¡Oh! ¡Si tan sólo esto fuera un hecho, si tan sólo pudiera creer que es un hecho, cuán glorioso, maravilloso y consolador sería, y cuán feliz estaría yo de saber que Cristo realmente fue divino, que Él fue de hecho el Hijo mismo de Dios, que bajó del cielo para salvarnos a todos!

¿Podrá ser posible que aquello que me parecía demasiado maravilloso fuese verdad, que no era un engaño, una mentira?

De repente algo brilló en mi espíritu y escuché las siguientes palabras: ‘Por supuesto que es verdad: Cristo es Dios, Él es Dios que se hizo visible en carne humana. Las palabras del evangelio son verdaderas, literalmente verdaderas’.”

Esta fue la gracia que en adelante hizo feliz a Charlie Rich y cambió su vida. ¡Que le sigan muchos más!


Harpa Dei acompaña musicalmente las meditaciones que a diario ofrece el Hno. Elías, su director espiritual. Éstas se basan normalmente en las lecturas bíblicas de cada día; o bien tratan algún otro tema de espiritualidad.
http://es.elijamission.net

Supportscreen tag