Después de haber escuchado el testimonio de Roy Schoemann, queremos añadir dos preguntas que le planteamos en el marco de la entrevista, que fue grabada en Jerusalén.
P. Sr. Schoeman, me gustaría hacerle una pregunta. Usted es de origen judío y, a la vez, es miembro de la Iglesia Católica. ¿Todavía se considera a sí mismo como un judío?
R. Sí, me considero un judío en la Iglesia Católica. Pienso que, si yo era judío antes de convertirme en seguidor del Mesías judío, ¿por qué dejaría de ser judío al seguir al Mesías judío? Al contrario, esto me hace más judío de lo que era antes…
Yo no he cambiado de religión. Antes bien, la religión se transformó, gracias al mayor evento que jamás ocurrió en la Creación: la Encarnación de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad como hombre. Este acontecimiento llevó a la transformación del judaísmo en la Iglesia Católica. Veamos la Última Cena: Fue, al mismo tiempo, la cena tradicional de una Pascua judía y la primera Misa Católica. Este evento puede ser considerado como el momento en que el judaísmo sacramental se transformó en catolicismo sacramental. Entonces, no soy yo quien cambió de religión; sino que la religión cambió.
P. ¿Qué podemos hacer nosotros, como cristianos, por nuestros hermanos mayores, los judíos?
R. Podemos orar para que se conviertan en receptores del mismo regalo que ellos llevaron al resto de la humanidad. Hay varias razones por las que pienso que los católicos deberían rezar por la conversión de los judíos…
Por una parte, sabemos que es una gran intención del Corazón de Jesús y de María. Estamos aquí en Jerusalén, y precisamente ayer estuve en la iglesia del “Dominus Flevit”, donde Jesús lloró sobre Jerusalén: “Oh Jerusalén, Jerusalén, cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus polluelos bajo sus alas. Pero tú no quisiste.”(Lc 13,34)
Es evidente que el amor del pueblo judío es muy importante para Jesús. Esa es una de las razones para orar por su conversión.
Otra razón es de simple justicia. Fue gracias a los judíos que el resto de la humanidad recibió el regalo de Jesús. Así, todo el mundo gentil está en deuda con los judíos por el regalo de Jesús.
Sabemos por San Pablo que será gracias a la intercesión de los gentiles que los judíos recibirán el regalo de Jesús. Sólo leeré algunos versículos de Romanos (11,30-31):
“En efecto, así como vosotros en otro tiempo fuisteis desobedientes a Dios, y ahora habéis alcanzado misericordia a causa de su desobediencia, así también ellos ahora no han obedecido, para que vosotros alcancéis misericordia, a fin de que también ellos consigan la misericordia.”
Los judíos están en un período de desobediencia, para que, a través de la misericordia concedida a los gentiles, que ahora conforman la Iglesia, los judíos puedan recibir misericordia. Si la Iglesia llegó al mundo pagano a partir de los judíos, ahora la Iglesia debe llegar a los judíos gracias a los gentiles. En otras palabras, serán las oraciones de la Iglesia de los gentiles las que traerán a los judíos a la Iglesia.
Y la tercera razón por la que pienso que los católicos deberían rezar por la conversión de los judíos puede leerse en el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica (n. 674):
“La venida del Mesías glorioso, en un momento determinado de la historia (cf. Rm 11, 31), se vincula al reconocimiento del Mesías por todo Israel.”
En otras palabras, la Segunda Venida del Señor no puede suceder hasta que no haya una amplia conversión del pueblo judío. Entonces, estas son tres muy buenas razones por las que creo que la Iglesia Católica debería rezar por la conversión de los judíos.
Para ser justos, hay una cuarta razón.
No hay regalo más grande que pueda hacérsele a una persona que el de una relación entre el hombre y Dios, que sólo es posible gracias a los sacramentos de la Iglesia Católica y la verdad sobre las cuestiones esenciales acerca del hombre y de Dios, que sólo se esclarecen en la doctrina de la Iglesia Católica. Por tanto, es el deber de todo aquel que ha recibido el regalo de la Iglesia Católica, compartirlo con quien no lo tiene aún, incluyendo los judíos.
Todos conocemos la parábola del hombre rico y Lázaro. El rico se saciaba todos los días en banquetes opulentos, mientras que Lázaro se moría de hambre a las puertas de su casa. Sabemos cómo terminó el hombre rico después de su muerte. Frecuentemente esta parábola es interpretada en su dimensión social, pero aplica tanto más al contexto espiritual.
El católico es el hombre rico que todos los días se sacia en banquetes, mientras que todos los demás se mueren de hambre afuera de la puerta.
Todos nosotros moriremos y nos enfrentaremos al Juicio en la presencia de Jesús. Tendremos que rendirle cuentas si no hemos compartido nuestra fe. Entonces, aunque fuese sólo por razones egoístas, cada católico debería esforzarse por la evangelización de todos los demás.
Mañana reflexionaremos un poco sobre lo que hemos escuchado a lo largo de estos tres días, para sacar el mayor provecho posible…
Harpa Dei acompaña musicalmente las meditaciones que a diario ofrece el Hno. Elías, su director espiritual. Éstas se basan normalmente en las lecturas bíblicas de cada día; o bien tratan algún otro tema de espiritualidad.
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