2Tes 2,1-3a.14-17
Hermanos, por lo que respecta a la Venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con él, os rogamos que no permitáis que vuestro ánimo se altere por cualquier cosa, ni os alarméis por ciertas manifestaciones del Espíritu, por algunas palabras o por alguna carta presentada como nuestra, que os haga suponer que el Día del Señor es inminente. Que nadie os engañe de ninguna manera. Primero tiene que venir la apostasía y manifestarse el Hombre impío, el Hijo de perdición.
Dios os llamó por medio del Evangelio que predicamos, para que sea vuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta. Que Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre que nos ha amado y nos ha dado gratuitamente una consolación eterna y una esperanza dichosa, os consuele y os afiance en toda obra y palabra buena.
Con sobriedad hemos de acoger las afirmaciones sobre el “Día del Señor” y sobre el Retorno de Cristo… Pero esta sobriedad no significa que tengamos que rechazar de antemano toda palabra profética que quiere prepararnos para tiempos difíciles y señalarnos los peligros que acechan a los hijos de Dios. En efecto, esta última actitud sería igualmente equivocada que la de estar constantemente en busca de revelaciones privadas, movidos por una malsana curiosidad.
En este contexto, es necesaria una palabra de amonestación para algunos fieles. El internet es una fuente de información tan enorme y desprotegida, que mucho de lo que se ofrece en el campo religioso requiere primero ser examinado. La fuente principal de noticias veraces y útiles la tenemos en la Sagrada Escritura y en la Tradición. “Así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta.”
Esto es lo que representa para nosotros la auténtica doctrina de la Iglesia en consonancia con la Tradición. Ciertamente a esto pueden añadirse indicaciones y palabras proféticas auténticas, que el Señor nos ofrece como ayuda, pero que han de ser sometidas a un buen discernimiento de los espíritus, para distinguir lo verdadero de lo falso, para identificar verdades a medias o engaños, etc…
Así como Lucifer puede crear confusión en la jerarquía, puede hacerlo también en el campo de las revelaciones privadas. Puede suscitar en nosotros una excesiva excitación, inquietar el alma, simplificar cuestiones complejas y dar espacio a acusaciones, exageraciones, ataques personales y menosprecio…
Por otra parte, Lucifer también está interesado en que sean relativizados y minimizados los verdaderos peligros y las respectivas advertencias, de modo que, de ser posible, los fieles permanezcan en un letargo espiritual y no perciban lo que está sucediendo.
Si escuchamos atentamente lo que nos dice el Apóstol en la lectura de hoy, notaremos que nos exhorta a no dejarnos alterar y asustar tan rápidamente. Esto significa afrontar todo lo que se nos presente con calma y con la confianza puesta en Dios.
En contexto con el “Día del Señor”, San Pablo señala que antes vendrá la apostasía y la manifestación del “Hombre impío”, el “Hijo de la perdición”. Esta apostasía no parece referirse únicamente a una situación parcial, limitada a ciertas áreas; sino que concierne a muchas personas, que llevan sus vidas sin Dios.
Al hablar de apostasía en el sentido cristiano, tenemos en vista a muchas personas y enteras naciones que anteriormente estaban más cerca de Dios. Esto es lo que sucede, por ejemplo, con los países europeos, que engendraron tantos misioneros y anunciaron el evangelio en el mundo entero. Hoy en día, en cambio, Europa está convirtiéndose más y más en motor de una “cultura de muerte”.
La apostasía es una señal de la manifestación del “Hijo de la perdición”. En efecto, esta apostasía no sólo está dándose en Europa; sino que en todas partes los católicos ven cuántas personas no tienen ya una viva relación con Dios y, en parte, ya ni siquiera se preguntan sobre Él. Países anteriormente católicos están dejándose llevar o han caído ya en la corriente de la apostasía. Incluso en la misma Iglesia –la sede de la fe– se perciben signos alarmantes de una apostasía intraeclesial.
¿Será que pronto vendrá el “Hijo de la perdición”, al cual podemos denominar también “Anticristo”? Conforme al consejo de San Pablo, permanezcamos sobrios y no nos dejemos alarmar ni llenarnos de miedo. Antes bien, mantengámonos firmes, aferrémonos a las santas tradiciones y confiemos en el Señor.
Pero tampoco podemos cerrar nuestros ojos ante los sucesos preocupantes en el mundo y en la Iglesia, para que no seamos sorprendidos por posteriores acontecimientos y estemos preparados para cuando los poderes anticristianos pretendiesen, por ejemplo, apoderarse del dominio mundial y se manifieste un Anticristo en el ámbito público.
Debemos tener en claro que, en un dominio anticristiano, nosotros, los cristianos, seremos vistos como un obstáculo, porque testificamos de un dominio distinto, al cual no quieren someterse los poderes de la oscuridad, aunque al final tendrán que hacerlo.
Según lo que puedo ver hasta ahora, todavía no ha ocupado un cargo público superior la figura de un Anticristo (o el Anticristo). Pero hay indicios que parecen señalar que una tal figura podría surgir y atraer sobre sí un enorme potencial de poder en el mundo moderno. Habrá que observar atentamente si una figura así se convertiría en el líder de un “Gobierno mundial”.
En todo caso, el Apóstol nos señala el camino correcto, y su consejo cuenta tanto para entonces como para ahora. El consuelo y el auxilio en todas las situaciones nos viene del Señor, y en Él hemos de apoyarnos.
Aunque percibamos el poder de la oscuridad, no puede convertirse en el tema primordial de nuestra vida. Antes bien, hemos de concentrarnos en Dios. Es Él quien ha de llenar nuestros pensamientos y nuestro corazón; es Él quien nos da la fuerza para las buenas obras, de modo que sirvamos en Su Reino y no nos dejemos debilitar por otras fuerzas.
Harpa Dei acompaña musicalmente las meditaciones que a diario ofrece el Hno. Elías, su director espiritual. Éstas se basan normalmente en las lecturas bíblicas de cada día; o bien tratan algún otro tema de espiritualidad.
http://es.elijamission.net