San Antonio María Claret: una antorcha encendida de amor

¿Qué sería de España sin san Antonio María Claret?

En 1861, un destacado anarquista escribió: «Si no hubiera sido por el padre Claret, Cataluña habría comprendido el mensaje de la revolución. Con sus miles de sermones de extraordinaria popularidad, este hombre de actividad imparable logró recristianizar toda Cataluña. Tras transformar por completo el rostro de Cataluña, llevó a cabo la misma labor en las Islas Canarias y, más adelante, en Cuba, donde el catolicismo estaba agonizando. Pero eso no fue lo peor. Su estancia en Madrid fue una verdadera catástrofe para el movimiento revolucionario español».

¿Quién fue este hombre que ejerció tanta influencia y tuvo un impacto tan profundo en el ámbito político, aun sin ser él mismo político?

Antonio María Claret nació en Sallent, cerca de Barcelona, en 1807. Al igual que sus hermanos, ayudaba en el negocio textil de sus padres y demostró tal habilidad en sus estudios superiores que se le encomendó la tarea de hacerse cargo de una gran empresa. Sin embargo, el Señor había escuchado sus oraciones, ya que desde muy joven había pedido la gracia del sacerdocio.

Fue ordenado sacerdote en 1835. Inicialmente, se dirigió a Roma, donde ingresó en la Compañía de Jesús. Sin embargo, una enfermedad le impidió continuar allí y tuvo que volver a España. A su regreso a Cataluña, se dedicó a las misiones populares. Habiendo sido nombrado «Misionero Apostólico», fue enviado «como una nube ligera, impulsada solo por el Espíritu Santo, para llevar la bendita lluvia de la Palabra de Dios a zonas áridas y estériles», como se decía de él.

De hecho, en sus misiones siempre se desplazaba a pie y nunca aceptaba dinero ni regalos, solo la comida que le ofrecían. Sus sermones tuvieron un profundo impacto en las almas y provocaron numerosas y sorprendentes conversiones. Pasaba muchas horas en el confesionario y la gente acudía a escucharlo. En su vida también se manifestaron dones extraordinarios. Por ejemplo, podía reconocer si alguien vivía en pecado grave, como él mismo declaró: «El Señor me ha concedido la gracia de conocer el interior del hombre como si leyera un libro». También sucedían curaciones gracias a su oración, y Dios le concedió además el don de profecía.

Las persecuciones no tardaron en llegar y se desataron terribles campañas de difamación contra el padre Antonio María. Resulta que se había convertido en el escritor religioso más leído de su época y había fundado una biblioteca religiosa y otras cofradías e institutos durante sus siete años de ministerio en Cataluña.

Como España se había convertido en un lugar demasiado peligroso para él, su obispo lo envió a las Islas Canarias. También allí su labor dio abundante fruto. Tras regresar a España, fundó junto con cinco sacerdotes la Congregación de Hijos del Inmaculado Corazón de María, conocida en la actualidad como «Misioneros Claretianos». Ese era un deseo que llevaba profundamente en su corazón. Posteriormente, fundó también una rama femenina.

Más adelante fue nombrado arzobispo de Santiago de Cuba, donde realizó una labor muy fructífera, sobrevivió a un intento de asesinato y fue curado por la Virgen María. Una vez más, fue objeto de terribles difamaciones.

Su ministerio desarrollaba constantemente nuevas facetas. Para su sorpresa, el padre Antonio fue llamado a la corte española por la joven reina Isabel II para hacerse cargo de su dirección espiritual y la de su pequeña hija. El santo aceptó el nombramiento con la condición de no tener que involucrarse en política y poder dedicar su tiempo libre a otras actividades. Además, se negó a vivir en el palacio.

También en la corte real su labor fue extraordinariamente fructífera. Bajo su influencia, la reina se separó de su amante y retomó la vida conyugal con su esposo legítimo. Las costumbres de toda la corte cambiaron, a tal punto que la estancia del padre Claret en Madrid se convirtió en una catástrofe para los revolucionarios, como declaró el anarquista citado anteriormente.

Mucho podría decirse sobre todas las misiones populares que el santo llevó a cabo, los viajes con la pareja real para evangelizar y su dedicación a todo el pueblo para llevarlo a la fe. En 1868, cuando estalló la revolución en España, se trasladó con la pareja real a Francia. Tras una vida sumamente fructífera para el Reino de Dios y una grave enfermedad, murió en 1870 en una abadía cisterciense en Francia.

¿Cuál fue el secreto de esta vida tan fructífera? Dejemos que sea el propio P. Antonio María quien nos lo cuente:

«Lo que más me ha movido siempre es contemplar a Jesucristo yendo de un sitio a otro, predicando en todas partes, no solo en las poblaciones grandes, sino también en las aldeas, hasta a una sola mujer, como hizo con la samaritana, aunque se hallaba cansado del camino, atormentado por la sed y en una hora muy intempestiva, tanto para él como para la mujer».

En su libro «Nos apremia el amor de Cristo», san Antonio María Claret escribe:

«El fuego del amor actúa en un siervo del Señor como el fuego en la locomotora del ferrocarril o la máquina de un buque de vapor, movilizando todo con suma facilidad. ¿De qué serviría toda la maquinaria si no hubiera fuego ni vapor? No serviría para nada. Entonces, ¿de qué le sirve a un sacerdote haber completado toda su formación académica y haberse doctorado en teología y en ambos derechos si no tiene el fuego del amor? ¡De nada! No tiene ninguna utilidad para los demás, ya que sería como una locomotora sin fuego. En lugar de ser una ayuda, incluso sería un obstáculo».

Honremos la gracia de Dios que se hizo eficaz en este santo y agradezcámosle por su radiante testimonio del amor del Señor por todos los hombres.

NOTA: En los «3 Minutos para Abbá» de hoy, he tomado como punto de partida la oración favorita de san Antonio María Claret: https://es.elijamission.net/category/3-minutos-para-abba/

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Meditación sobre la lectura del día: https://es.elijamission.net/verdadero-celo-2/

Meditación sobre el evangelio del día: https://es.elijamission.net/obedecer-a-la-verdad-2/

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