Preparación para las meditaciones sobre Dios Padre

Me dirijo a todos quienes siguen diariamente mis meditaciones… Me alegro de que haya muchas personas que consideran estas reflexiones acompañadas por la música sacra como un alimento espiritual. De hecho, procuro transmitir vivamente la Palabra de Dios e incluir también en estas meditaciones aspectos del camino de seguimiento de Cristo. 

Para mí es muy importante que el Pueblo de Dios reciba un sano alimento espiritual. Por tanto, está de más decir que la auténtica doctrina de la Iglesia representa el fundamento de estas meditaciones. En efecto, Dios mismo nos concedió esta doctrina, para que no erremos en la fe. Es por eso que a veces también remarco las desviaciones que existen, pues si se adoptan tales opiniones erróneas, queda afectada la pureza y claridad de la fe, y se debilita nuestro discernimiento de los espíritus. Estos errores en materia de fe son como una “falsa luz”, como la cizaña que el enemigo siembra en el campo de nuestra alma (cf. Mt 13,24-30), por decirlo en términos bíblicos. Mientras que el Juicio definitivo y la separación de la luz y las tinieblas queda reservada para el Señor, quien lo ejecuta a través de sus ángeles (cf. Mt 13,49); es distinto en lo que refiere al campo de nuestra alma. Aquí nosotros estamos llamados a cooperar, impidiendo el ingreso de todo lo que contradiga a la verdad y apartándonos de cualquier error. 

Si reflexiono sobre la misión de nuestro Señor y Redentor, veo que en todo lo que Él hacía quería glorificar al Padre. En los así llamados “discursos de despedida” le dice: “Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar” (Jn 17,4). 

Glorificar al Padre presupone conocerlo más profundamente. Precisamente ésta es la intención de las meditaciones de los días venideros. Como cristianos, creemos en el Dios Trino, y por eso también podemos conocer más a profundidad a cada una de las Personas divinas, que, aunque actúan siempre juntas, son tres Personas distintas. 

Como preparación para Pentecostés, había publicado una serie de meditaciones sobre el Espíritu Santo, la cual tuvo muy buena acogida. Esto me llenó de gratitud, pues nuestro Amigo divino es más que digno de ser conocido y de encontrar un sitio en nuestros corazones. 

Lo mismo cuenta también, por supuesto, para nuestro Padre Divino. En una revelación privada, que ha sido aprobada por la Iglesia y que yo, personalmente, considero muy valiosa, Dios Padre se dirige a nosotros, los hombres, a través de una religiosa, Sor Eugenia Ravasio. Este Mensaje, junto a la Sagrada Escritura, constituirá la fuente de las próximas meditaciones, que serán como una novena. 

El carácter de estas meditaciones será similar al de la serie en preparación para Pentecostés, y nuevamente agradezco que las palabras estén acompañadas por los sublimes cantos de Harpa Dei. Serán meditaciones sencillas; un diálogo con nuestro Padre Celestial, que deberá ser acogido con el corazón. Espero que con estas sencillas contribuciones podamos aportar a la glorificación de Dios, y que aquellos que las sigan a diario puedan conocer mejor el amor de Dios y darle una respuesta aún más generosa. ¡Esto sería un gran fruto!

Todo esto lo encomiendo a la intercesión de la Santísima Virgen María, quien glorificó eminentemente al Dios Trino.