Palabras del Padre tomadas del Mensaje a la Madre Eugenia Ravasio:
“Ahora que os he mostrado que mi Hijo Jesús me representa entre los hombres, y que por medio de Él yo vivo constantemente en medio de ellos, quiero mostraros también cómo vengo a vosotros por medio de mi Espíritu Santo.
La obra de esta Tercera Persona de mi Divinidad se realiza en silencio, y a menudo el hombre ni siquiera lo nota. Pero para mí es un medio muy apropiado para morar, no solo en el tabernáculo, sino también en el alma de todos los que se encuentran en estado de gracia, para establecer allí mi trono y permanecer siempre ahí, como un verdadero Padre que ama, protege y asiste a su hijo. Nadie puede imaginar la alegría que siento cuando estoy a solas con un alma.”
El extracto del Mensaje que habíamos escuchado ayer, nos señalaba la Redención que Nuestro Señor Jesucristo nos obró en la Cruz y la Santa Eucaristía como los dos caminos a través de los cuales Dios viene a nosotros y nosotros a Él. Ahora, el Padre habla sobre la inhabitación del Espíritu Santo en nosotros. Dios quiere establecer nuestra alma como tabernáculo, en el cual siempre pueda morar.
¡He aquí nuevamente un gran consuelo que se nos ofrece en este valioso Mensaje! De momento, muchos fieles ya no pueden recibir la santa comunión como acostumbraban hacerlo. Sin embargo, conocemos casos en la historia de la Iglesia, como por ejemplo el de los cristianos en Japón, que durante 200 años tuvieron que vivir sin sacerdotes, y no obstante permanecieron fieles a su fe católica. Entonces, si actualmente nos vemos privados del acceso a la Santa Eucaristía, no necesitamos desesperarnos. Antes bien, hemos de descubrir más y más otras formas de la Presencia de Dios, y sacar fruto de ellas…
La inhabitación del Espíritu Santo es una de ellas; una que es particularmente exquisita. Al Espíritu Santo se lo llama “amigo del alma”. Es una suave y luminosa presencia en nosotros. Sin embargo, vale aclarar que también aquí, al igual que para recibir la santa comunión como corresponde, hay una condición esencial: debemos encontrarnos en estado de gracia. Dios, en Su amor, llama a todos los hombres a la conversión, y está dispuesto a perdonar todos los pecados si nos dirigimos a Él. Pero sólo puede establecer Su trono de amor en aquellas almas que viven conforme a Sus mandamientos y van por el camino de la santidad.
Aprendamos a percibir la suave presencia del amigo de nuestra alma… Hablemos con Él y pidámosle que despliegue en nosotros Sus preciosos dones, de manera que podamos avanzar en el camino de la santidad, porque entonces la Presencia de Dios en nosotros será aún mayor.
El pasaje de hoy concluía con la siguiente frase: “Nadie puede imaginar la alegría que siento cuando estoy a solas con un alma.”
Escuchemos conscientemente esta afirmación, y asimilémosla precisamente ahora, en un momento en que se procura reducir los contactos sociales en el plano físico para evitar la propagación de la pandemia. Para algunas personas esto es muy difícil, y sufren bajo la soledad. ¡Tal vez muchos incluso mueren solos! Entonces es cuando debemos recordar que ¡Dios siempre está ahí! Si le ofrecemos a Él como sacrificio nuestra soledad y la pérdida de los contactos sociales que frecuentábamos, el Señor podrá valerse de tal situación para profundizar la relación con Él. Así, podremos tomarlo como un “tiempo de desierto”, así como los 40 días en los cuales Jesús estuvo a solas con su Padre.
Podemos ver cómo, a través de la fe, se puede encontrar siempre una manera de lidiar con todo lo que nos sobrevenga de forma apropiada. Esto es sobre todo una obra del Espíritu Santo, a través del cual el Padre quiere morar en nuestra alma.
Es crucial que, en esta crisis, no recemos solamente para que pronto llegue a su fin. Tal petición debe conectarse con el llamado a la conversión de las personas.
Si nuestro Padre permite esta pandemia como una reprensión, entonces se trata ante todo de que los hombres se aparten de los caminos errados que los alejan de Dios, y que encuentren el camino de regreso a casa. Para que pueda haber verdadera paz, el hombre ha de vivir en armonía con Dios. En ese sentido, no basta con pedir solamente que pronto acabe esta plaga. Se trata de algo más: ¡la conversión a Dios!
Harpa Dei acompaña musicalmente las meditaciones que a diario ofrece el Hno. Elías, su director espiritual. Éstas se basan normalmente en las lecturas bíblicas de cada día; o bien tratan algún otro tema de espiritualidad.
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