Falsos profetas y tribulaciones
Antes de entrar a la última etapa previa a la tan dulce Fiesta de la Natividad de Jesús, hemos de señalar otros acontecimientos más que tienen que suceder antes del Retorno de Cristo al Final de los Tiempos. Habíamos hablado ayer sobre la dolorosa apostasía, y hoy debemos también tematizar la aparición de falsos profetas.
Estando sentado Jesús en el monte de los Olivos, se acercaron a él en privado sus discípulos y le dijeron: “Dinos cuándo sucederá eso, y cuál será el signo de tu venida y del fin del mundo.” Jesús les respondió: “Mirad que no os engañe nadie, pues vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy el Cristo’, y engañarán a muchos.” (Mt 24,3-5)
¿Qué es un falso profeta?
En primera instancia, hay que decir que un falso profeta es aquel que no habla por encargo de Dios. También del Antiguo Testamento conocemos los falsos profetas. Eran aquellos que servían a Baal y decían lo que los reyes querían escuchar (cf. p.ej. Jer 23,16-23). Por el otro lado, estaban los verdaderos profetas, que anunciaban la Palabra de Dios y Su Voluntad sin adulterarlas. Pensemos, por ejemplo, en el profeta Jeremías o en Elías.
Para nosotros, los católicos, está claro que si alguien se presenta diciendo que es el Cristo, o dice en Su Nombre cosas que no corresponden a la doctrina que le ha sido encomendada a la Iglesia, sólo puede tratarse de un falso profeta. Pero esto no es tan claro para aquellas personas que aún no conocen a Jesús. Ellos pueden ser engañados. Por ejemplo, los judíos, a lo largo de su historia, han sido engañados por falsos Mesías.
Una y otra vez han aparecido personas con presunciones mesiánicas. Vinieron en su propio nombre (cf. Jn 5,43). A veces también eran ensalzados por sus seguidores. Muchas veces fueron líderes políticos, cuyo fin fue siempre trágico y que arrastraron consigo a muchas personas. Tales líderes y falsos Mesías deberían ser fácilmente identificados por los católicos; sin embargo, no siempre fue así…
No necesariamente tienen que ser personas concretas las que propagan un falso mesianismo. También pueden ser ideologías o sistemas de pensamiento, que pretenden ser capaces de redimir a las personas y convertir a este mundo en una especie de paraíso, adoptando así un carácter religioso. Tales tendencias podían percibirse tanto en el nazismo y en el comunismo, como también en otros movimientos que rendían culto a sus líderes.
¡El número de falsos profetas es inmenso!
Para nosotros, los católicos, la situación se pone mucho más difícil cuando en el interior de la Iglesia surgen falsos maestros, cuyo anuncio ya no corresponde a la doctrina tradicional de la Iglesia, y que en la pastoral emprenden caminos que ya no están amparados en la verdad. Es un “falso espíritu” el que actúa aquí, porque ya no se anuncia en Nombre de Cristo; sino conforme a las propias ideas. De esta forma, tales personas se convierten también en falsos profetas, que inducen a error a las personas. Por eso la Sagrada Escritura nos exhorta una y otra vez a aferrarnos a la doctrina tal como nos ha sido transmitida por la Tradición (cf. 2Tes 2,15; 2Jn 1,9-10), y a no dejarnos engañar (cf. Hb 13,9).
Finalmente, queda señalar que nos han sido predichas grandes tribulaciones: guerras, hambrunas, terremotos, fuertes persecuciones (cf. Mt 24,7-9); así como también violentas catástrofes naturales, que anunciarán la Segunda Venida del Señor (cf. Mt 24,29-30; Is 13,10; 34,4). Sabemos que muchas de estas predicciones se han cumplido ya. Pero parece evidente que tales acontecimientos se intensificarán en la medida en que se acerca el Retorno de Cristo. Por tanto, hemos de percibirlos atentamente y entenderlos a la luz de la Palabra de Dios.
Con esto concluyo por ahora esta temática. Más adelante tendremos que seguir reflexionando al respecto, porque la sombra que se cierne a nivel mundial por la epidemia del Covid-19 y la forma en que se la está afrontando suscita cuestionamientos muy serios. También hay que preguntarse cuál es la relación entre este evento (que, a mi parecer, es apocalíptico) y el Retorno de Nuestro Señor al Final de los Tiempos.
Para el día de mañana, les invito nuevamente a la conferencia del domingo, con la cual volveremos a centrar la mirada en el Niño de Belén, que nos invita a acudir a Él. En medio de toda la confusión, es Su amor el que no permite que se desvanezca nuestra esperanza.
Harpa Dei acompaña musicalmente las meditaciones que a diario ofrece el Hno. Elías, su director espiritual. Éstas se basan normalmente en las lecturas bíblicas de cada día; o bien tratan algún otro tema de espiritualidad.
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