El Hijo os dará libertad (Parte VIII)

Todavía en el contexto de las carencias de libertad, queremos hoy tocar un tema que afecta tanto nuestra vida en general como también la vida espiritual, y puede reducir notablemente la expresión de la libertad en Cristo. Es sumamente importante vencer estas carencias de libertad, pues incluso pueden volverse peligrosas cuando no las dominamos. Para esta meditación me basaré en el libro “Nuestra transformación en Cristo” de Dietrich von Hildebrand, específicamente en el capítulo que se titula “La verdadera libertad”.

Queremos, pues, hablar hoy sobre la fuerte influenciabilidad. Ésta se relaciona con aquella manifestación de los respetos humanos que viene de una debilidad en general de la persona y de una excesiva receptividad para impresiones que lleguen desde fuera. Ya en las meditaciones del 7 y 8 de noviembre habíamos reflexionado sobre los respetos humanos.

Hay quienes se vuelven interiormente dependientes de otras personas que les superan en dinamismo. Se apropian de opiniones ajenas, no porque hayan quedado convencidos por los argumentos objetivos; sino por la fuerza con que estos puntos de vista les fueron expuestos. Mayormente después de un tiempo se vuelve a soltar estos puntos de vista, cuando ha terminado el contacto directo con la persona que nos supera en dinamismo. Pero sí hay un lapso de tiempo en el cual la opinión de esta otra persona anula nuestra propia visión de ciertas cosas.

Cuando poseemos una naturaleza muy influenciable, podemos dejarnos intimidar por la firme voluntad de otra persona, hasta el punto de que nuestros propios propósitos se desvanecen ante su querer; nuestras firmes resoluciones se quebrantan ante la resistencia de otros… Como consecuencia de esta influenciabilidad, incluso asumimos temporalmente las opiniones y actitudes de otras personas.

Normalmente la dependencia no llega hasta lo más profundo de nuestro ser; sin embargo, podemos dejarnos imponer cosas que en realidad no concuerdan con nuestros principios interiores.

Por tanto, resultará fácil entender cuán importante es cobrar consciencia de esta debilidad, y trabajar en ella. Precisamente en el tiempo actual, bombardeados por la constante influencia de los medios de comunicación, hay que contrarrestar con sabiduría una debilidad tal.

Lo digo también por las muchas manipulaciones, verdades a medias, mentiras, tergiversaciones, etc., a las que estamos expuestos.

Por eso, hemos de contrarrestar con todas nuestras fuerzas esta carencia de libertad. Para ello, Dietrich von Hildebrand nos ofrece el siguiente consejo:

“Si somos propensos a dejarnos influir, tenemos que evitar lo más posible el contacto con personas que nos superan en dinamismo y que parten de un concepto erróneo del mundo. Esto no es cobardía, sino humilde conocimiento de sí mismo, que estima correctamente las propias fuerzas. Si un contacto con tales personas es inevitable, tenemos que armarnos antes explícitamente contra esta influencia. En saludable desconfianza contra la propia debilidad, tenemos que recogernos antes en Dios y cerrarnos interiormente, por así decir, contra la influencia inmanente que prevemos. En presencia de tales personas no podemos ‘descansar’ interiormente, ni actuar con la misma apertura y comprensión sintonizante que solemos tener. Hay que saber discernir las situaciones en las que podemos abrir de par en par nuestra alma, y aquellas otras en las que hemos de cerrarla por completo; así como inhalamos profundamente el aire puro de las montañas, mientras que contenemos la respiración en un aire cargado de polvo y de bacterias.”

Este consejo de Hildebrand es enormemente valioso, porque no podemos caer en una valoración errónea de nosotros mismos, creyéndonos fuertes para debatir con personas de todo tipo y escuchando toda clase de opiniones, cuando sabemos que llevan a una dirección equivocada. Sólo podemos exponernos a una discusión tal cuando realmente estemos lo suficientemente fuertes y firmes, y, en el mejor de los casos, después de haberlo consultado con nuestro acompañante espiritual, si tenemos la dicha de tener uno bueno. En este caso, la motivación debería ser la de ayudar a la otra persona a reconocer su error. Sería totalmente equivocado actuar por orgullo y creyéndose más fuerte de lo que en realidad se es. También estaría mal adentrarse en un campo peligroso para el alma movidos por una curiosidad malsana. Y esto es tanto más importante cuanto más influenciables seamos.

Pongo énfasis en estas cosas también teniendo presentes los falsos profetas en nuestra Iglesia, que ya no anuncian la doctrina auténtica. ¡A ellos no hay que abrirles el oído! En este contexto, podemos recordar las palabras del Señor:“Cuidaos de la levadura de los fariseos” (Mc 8,15). Aquí Jesús da una clara advertencia a los Suyos, para que se sustraigan del magnetismo de las falsas doctrinas.

Esto se vuelve particularmente importante cuando nos vemos cada vez más expuestos a la propaganda anticristiana por parte de la política. ¡Por supuesto que no debemos acatar aquellas afirmaciones que no correspondan a nuestra moral ni a la verdad! ¡Al contrario: hay que ofrecerles resistencia!

Debido a la importancia de este tema, lo retomaremos el día de mañana.


Harpa Dei acompaña musicalmente las meditaciones que a diario ofrece el Hno. Elías, su director espiritual. Éstas se basan normalmente en las lecturas bíblicas de cada día; o bien tratan algún otro tema de espiritualidad.
http://es.elijamission.net

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