El aumento del fervor

El 7 de cada mes, interrumpo el marco acostumbrado de las meditaciones bíblicas diarias y dedico la meditación de ese día a nuestro Padre Celestial, para lo cual tomo un extracto del “Mensaje del Padre” a Sor Eugenia Ravasio; una revelación privada que ha sido aprobada por la Iglesia:

“Si hay algo que deseo, particularmente en este tiempo, es el aumento del fervor en los justos. Esto traería consigo una gran facilidad para la conversión de los pecadores; una conversión sincera y perseverante; el retorno de los hijos pródigos a la Casa del Padre, especialmente de los judíos y de todos los demás que son también Mis criaturas y Mis hijos: los cismáticos, herejes, masones, los pobres infieles e impíos, las diversas sectas y sociedades secretas… Oportuna o importunamente, todo el mundo ha de enterarse de que hay un Dios y un Creador. Este Dios, que hablará repetidamente a su ignorancia, es desconocido para ellos. Ni siquiera saben que Yo soy su Padre.

Vosotros que me escucháis, creedme cuando leáis estas palabras: si todos los hombres que están lejos de nuestra Iglesia Católica escucharan hablar de este Padre que los ama, que es su Creador y su Dios; de este Padre, que desea darles la vida eterna, entonces una gran parte de ellos, e incluso de los más obstinados, vendrían a este Padre del cual les hablaríais. 

Si no podéis ir directamente donde ellos a hablarles así, buscad otros medios: existen miles de maneras directas o indirectas. ¡Implementadlas con espíritu de verdaderos discípulos y con gran fervor! Os prometo que, por Mi gracia, vuestros esfuerzos serán pronto recompensados con un gran éxito. ¡Convertíos en apóstoles de Mi bondad paternal! Gracias al celo que Yo os daré, ejerceréis una fuerte y grande influencia sobre las almas.”

Gracias a la fe, podemos hacer grandes obras. Gracias a la fe, nos liberamos cada vez más del miedo que quiere paralizarnos, impidiéndonos hacer aquello que nos corresponde para expandir el Reino de Dios. Hace algunos días, publiqué en mi canal de YouTube una pequeña conferencia que tiene el fin de ayudar tanto a los que apenas han empezado el camino de la conversión –dándoles pautas concretas sobre lo que es importante tomar en cuenta al inicio–, como también a los que llevan ya un buen tiempo viviendo con el Señor, para traerles a la memoria esta gracia que Dios les concedió y para que continúen con gran fervor en el camino de la conversión: 

El texto que hoy hemos escuchado del “Mensaje del Padre” nos habla del gran fervor que hemos de mostrar al trabajar por la conversión de las personas. Escuchamos también cómo Dios Padre tiene presentes a todas las personas, sin excluir a nadie. Menciona ciertos grupos de personas que nosotros más bien preferiríamos evitar y que quizá nos asustan un poco: “Los cismáticos, herejes, masones, los pobres infieles e impíos, las diversas sectas y sociedades secretas…”

Es cierto que las personas que pertenecen a sociedades secretas están confundidas por los demonios, por lo cual irradian algo oscuro. Pero el Padre habla más bien de su ignorancia, que tanto necesita de Su luz. Esta referencia ciertamente nos muestra la manera cómo hemos de tratar a las personas de las agrupaciones mencionadas. Todas ellas están llamadas a vivir como hijos de Dios. Muchas veces su ignorancia no será culpa suya, y eso debería movernos a compasión.

La clave para llegar a los corazones de los hombres es anunciar y vivir el amor de nuestro Padre Celestial. Si algunas personas solamente tienen una vaga idea de que Dios existe o tienen concepciones muy imperfectas o incluso una imagen distorsionada de Él, ciertamente despertarán cuando reconozcan a Dios como un Padre lleno de amor. Y todo lo demás resulta a partir de este encuentro. 

En cuanto al fervor que el Padre desea ver en los justos, podemos identificar dos aspectos. Primero, nos exhorta a nosotros a acrecentar nuestro fervor; y posteriormente, nos dice que Él nos dará el celo: “Gracias al celo que Yo os daré, ejerceréis una fuerte y grande influencia sobre las almas.” ¡Esto no es una contradicción! Es similar a las dos afirmaciones en el Libro de Ezequiel: por una parte, “haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo” (Ez 18,31); por otra parte, “Yo os daré un corazón nuevo e infundiré en vosotros un espíritu nuevo” (Ez 36,26).

Lo que se quiere decir aquí es que debe juntarse la gracia de Dios con nuestra cooperación. La gracia siempre nos precede; es decir, que la invitación de Dios está siempre en pie y en ella está también la fuerza para poder corresponderle. Cuando respondemos con nuestra libre voluntad, nos convertimos en colaboradores de Dios. Así, la gracia que nos precede se une a nuestra libre voluntad para aceptar el ofrecimiento de Dios. De ahí resulta nuestro fervor, que es, por una parte, un regalo de Dios; y, por otra parte, también el fruto de nuestra cooperación. 

Ahora, aplicándolo al deseo de Dios Padre, esto significa poner en práctica estas palabras Suyas: “Si no podéis ir directamente donde ellos a hablarles así, buscad otros medios: existen miles de maneras directas o indirectas. ¡Implementadlas con espíritu de verdaderos discípulos y con gran fervor!”

Preguntémosle concretamente al Espíritu Santo cómo podemos hacerlo. Siempre tenemos a disposición la posibilidad de orar por las personas, y éste es un camino esencial para llegar a ellas. También los sacrificios que podamos ofrecer darán fruto para la conversión de las personas, para que despierten del pecado y de la ignorancia. Quizá también se pudiera difundir el “Mensaje del Padre” en una buena traducción, y también recomiendo compartir con otras personas mis conferencias, las meditaciones sobre Dios Padre y otras publicaciones que sirvan para dar a conocer Su amor. ¡Pero hay miles de posibilidades y caminos! ¡Dejemos que el Señor nos los muestre!

Un aviso final: Durante los últimos meses, desde que concluimos la Novena a Dios Padre, habíamos invitado a aquellos que se sintieron particularmente llamados a honrar a la Primera Persona de la Santísima Trinidad a que se reportaran con nosotros, como representantes de su respectiva nación, para que juntos le demos a nuestro Padre Celestial aquel culto y amor que Él pide en el Mensaje dado a la Madre Eugenia Ravasio. Si alguien no había escuchado esta invitación y también quisiera formar parte de esta “Obra de amor” del Padre Celestial, aún puede enviarnos un correo a la siguiente dirección, señalando su nombre y el país de donde viene: contact@jemael.org

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