Adoración eucarística en silencio (Parte II)

Continuamos hoy con el tema de la Adoración Eucarística…

En la Adoración al Santísimo, se debería procurar que, de ser posible, se guarden también momentos de silencio, en los cuales el Señor puede tocar interiormente el alma. Por lo general, estamos habituados a la oración vocal, y solemos ocupar el tiempo con determinadas oraciones pre-establecidas. Sin embargo, sería muy fructífero que también pudiésemos simplemente decirle al Señor: “Aquí estoy”, y que tengamos el tiempo para entrar en un íntimo diálogo con Él.

La Adoración en silencio puede compararse con la hermosa relación de amor entre hombre y mujer. En esta relación, no solamente debe tratarse de las tareas conjuntas, como la educación de los hijos, los quehaceres u otros asuntos familiares. Para profundizar el amor, conviene darse el tiempo para simplemente estar juntos, para abrazarse, para saber que “yo soy tuyo y tú eres mío”, para asegurarse del amor del otro sin necesidad de palabras…

Algo similar sucede en la relación de amor con el Señor. Aquí no se trata siempre de “hacer algo”; sino de una simple mirada a Él, del intercambio “de corazón a corazón”, de la certeza de que Jesús está ahí y nos mira con amor, de una sencilla declaración de nuestro amor, de profundizar nuestra pertenencia a Él, de sabernos amigos Suyos…

Para adentrarnos a la sencillez de una relación tal, podrá ser una ayuda la “oración del corazón”, que consiste en una simple invocación del Nombre de Jesús y no requiere de muchas palabras[1].

Hemos de tomar conciencia de que, precisamente en la Adoración Eucarística, es el Señor quien nos invita a Su mesa. Y aquí no hay pre-requisitos que cumplir… ¡Hemos de entenderlo como una invitación y aceptarla!

En este contexto, tenemos que mencionar algo sobre los así llamados “padecimientos de la oración”[2], uno de los cuales son las distracciones involuntarias. Sucede que uno quisiera orar con recogimiento y en silencio, pero los pensamientos empiezan a divagar… Difícilmente se logra la concentración, y el alma se siente vacía y desierta en su interior.

Esta dispersión procede de nuestra naturaleza caída, que se deja distraer fácilmente por las cosas terrenales y a menudo le da demasiada cabida a pensamientos y sentimientos innecesarios… Mientras que estas distracciones sean involuntarias –es decir, no intencionadas de parte nuestra–, podrán ser molestas, pero no nos perjudican. ¡Y en ese sentido hay que manejarlas! Los maestros de la vida espiritual recomiendan no tomarlas en cuenta, y simplemente seguir orando como nos lo habíamos propuesto; es decir, no prestarles demasiada atención.

Si bien las distracciones involuntarias no merman el valor de la oración, sí deberíamos procurar que no se multipliquen. Por eso, tanto la Adoración Eucarística como la Santa Misa requieren de una preparación interior. No deberíamos andar de apuro cuando acudamos a la invitación del Señor; sino que hemos de darnos el tiempo para estar con Él. Nunca perdemos nada cuando permanecemos junto al Señor; mientras que podemos perder mucho tiempo en cosas innecesarias.

Para cerrar este tema, sólo puedo recomendar encarecidamente pasar todo el tiempo que sea posible junto al Señor, sea en el Sagrario o expuesto en el Santísimo. Y no se trata solamente de nuestra propia santificación; sino que, al adorar a Dios, nos adentramos en la dimensión más profunda de nuestra vida terrenal y se nos descubre un gran sentido de nuestra existencia, que llegará a su consumación en la eternidad. Así, cumplimos la Voluntad del Señor y Él puede concedernos de Su abundancia todo lo que ha dispuesto para nosotros. ¡Esto es para Él una gran alegría y un profundo anhelo!

¡También al Señor le agrada que estemos ahí! El amor a Dios se irá desplegando al cultivar la relación íntima con Él. Y cuanto más crezca este amor, tanto más capaces seremos de servir a las personas en su Espíritu y de dar testimonio de Él. ¡Y aquí vemos otro profundo sentido y fruto de la Adoración Eucarística!

[1] Para profundizar el tema de la “oración del corazón”, véase el siguiente folleto (bajo el capítulo “Distintas formas de oración”): http://es.elijamission.net/wp-content/uploads/2019/08/SOBRE-LA-ORACIÓN.pdf

[2] Para profundizar el tema de los “padecimientos de la oración”, véase el siguiente folleto: http://es.elijamission.net/wp-content/uploads/2019/08/SOBRE-LA-ORACIÓN.pdf


Harpa Dei acompaña musicalmente las meditaciones que a diario ofrece el Hno. Elías, su director espiritual. Éstas se basan normalmente en las lecturas bíblicas de cada día; o bien tratan algún otro tema de espiritualidad.
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