También hace parte de nuestro itinerario cuaresmal echar una mirada atenta a los tiempos difíciles en los que nos encontramos, que –como he dicho repetidas veces– considero que son de carácter apocalíptico. Aunque no debamos dejarnos intimidar por su amenaza, tampoco podemos cerrar los ojos ante los acontecimientos que están sucediendo a nuestro alrededor.
Antes del Retorno de Cristo, tenemos que contar con el advenimiento del Anticristo, que, pervirtiendo la realeza del Señor, querrá establecer un dominio global.
En septiembre de 2020, escribí una serie de nueve meditaciones sobre el tema del Anticristo, que pueden encontrarse en el siguiente enlace: http://es.elijamission.net/wp-content/uploads/2019/08/La-amenaza-anticristiana-y-la-resistencia-contra-ella.pdf Debido a la actualidad de este tema, considero importante abordarlo de forma resumida en el contexto de nuestro itinerario en preparación para la Pascua. Debemos estar espiritualmente armados, para enfrentarnos de forma correcta tanto a los enemigos de fuera como a los de dentro, e incluso a aquellos que actúan en el interior de la Iglesia.
Desde mi punto de vista, hasta el momento actual no se ha manifestado visiblemente el Anticristo que ha de venir al Final de los Tiempos o uno de sus inmediatos precursores; si bien hay muchos personajes públicos que representan el espíritu anticristiano.
El advenimiento del Anticristo está fundado en la Escritura, plasmado en el Catecismo de la Iglesia, mencionado por los Padres de la Iglesia y tematizado en diversos libros. Por tanto, no es un asunto secundario hablar del Anticristo, aunque ciertamente debería hacérselo con la mayor sobriedad posible.
San Cirilo de Jerusalén decía:
“Por eso prepárate, oh hombre. Si conoces las señales del Anticristo, no sólo las has de tener en tu memoria; sino que has de compartirlas con tu entorno. Si tienes un hijo según la carne, no dudes en instruirlo. Si eres maestro, prepara a tus hijos espirituales, para que no tomen lo falso por verdadero, pues este misterio está ya obrando.”
Hablar sobre el Anticristo no es asunto fácil, pues en esta figura se manifestará a plenitud el ‘misterio de la iniquidad’ (cf. 2Tes 2,7). Por tanto, el Anticristo constituirá una amenaza para el mundo entero. No obstante, la complejidad del tema no puede ser pretexto para callar, menos aún en un tiempo en que las amenazas anticristianas son evidentes, a pesar de que muchos no las identifican ni rechazan como tales, de modo que los fieles pueden ser confundidos.
¡Se requiere vigilancia! En primera instancia son los cristianos quienes, conociendo la voz de su Pastor, deberían ser capaces de discernir qué es lo que viene de su Señor y qué es lo que no procede de Él. Pero evidentemente esta diferenciación no siempre es tan sencilla, pues Satanás puede presentarse disfrazado de ángel de luz (cf. 2Cor 11,14). Por ello, necesitamos el espíritu de discernimiento para identificarlo y desenmascararlo con claridad. Como católicos, esperamos que la Iglesia sepa advertirnos a tiempo de los peligros. Pero tampoco aquí podemos sentirnos demasiado seguros, pues incluso los pastores de la Iglesia pueden errar y no saber medir e identificar los peligros de la sutil seducción anticristiana.
En tiempos de un creciente dominio anticristiano, los cristianos deben contar con persecuciones, que escalarían notablemente a partir del momento en que el Anticristo asumiera de forma concreta el dominio. El combate espiritual entre la luz y las tinieblas se intensificaría mucho más aún.
No existe ninguna incertidumbre respecto al desenlace de esta batalla, pues la victoria de Nuestro Señor Jesucristo es indudable. Al Final de los Tiempos, el Diablo –que es el “señor” del Anticristo– será arrojado al lago de fuego y azufre, donde también serán precipitados la Bestia y el Falso Profeta (cf. Ap 20,9-10). Nosotros, por nuestra parte, estamos llamados a enrolarnos en el “ejército del Cordero” para este combate espiritual, asumiendo el sitio que nos corresponde, y a no rendirnos indefensos ante la creciente oscuridad.
Éste es un serio llamado que se nos dirige. Si nos encontramos en tiempos apocalípticos, se activa el “caso de emergencia” en el seguimiento de Cristo, y hemos de vivir nuestra fe con más intensidad aún. Dios puede valerse de la amenaza anticristiana para despertarnos de toda letargia espiritual y falsa seguridad, de modo que nos confiemos por completo al Señor.
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Meditación sobre el evangelio del día: http://es.elijamission.net/2022/03/31/