El Corazón de Jesús – Meditaciones sobre el Mensaje del Padre (Parte 29)

Para Nuestro Señor Jesús no hay mayor deseo que el de glorificar a Su Padre. En efecto, para eso vino al mundo: para dárnoslo a conocer. Cuanto más amemos al Señor, tanto más se hará nuestro este mismo anhelo: La glorificación plena de nuestro Padre; la alabanza de Su bondad.

“Yo te glorifiqué en la Tierra” –dice el Señor en el evangelio de San Juan (17,4).

¿En qué consiste la glorificación de Dios a través de Jesús? El Señor mismo nos lo dice: “Yo te glorifiqué en la Tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. (…) He manifestado tu Nombre a los hombres. (…) Las palabras que tú me diste se las he transmitido a ellos.” (Jn 17,4.6.8)

Entonces, la glorificación del Padre consiste en darlo a conocer y llevar a cabo la misión que nos ha sido encomendada. En contexto con las meditaciones anteriores, podríamos decir que la imagen correcta del Padre ha de ser transmitida, lo cual sucede a plenitud en Jesús. ¡No hay nada que sea tan importante para el Señor! En sus palabras y obras reconocemos el ardiente anhelo de Jesús de que todas las personas, siguiéndolo a Él, escuchen a Su Padre.

Escuchemos lo que a este respecto dice el Padre en su “Mensaje”:

“Si los hombres pudieran penetrar en el Corazón de Jesús, con todos sus deseos y su gloria, reconocerían que su más ardiente deseo es glorificar al Padre, a Aquel que lo envió; y, sobre todo, no dejarle una gloria reducida, como se ha hecho hasta ahora; sino darle una gloria a plenitud, tal como el hombre puede y debe rendirme a Mí, como su Padre y Creador, y, más aún, como el Autor de su Redención.”

Prestemos atención a las palabras: “una gloria a plenitud” del Padre. Sin duda, el Padre recibe toda la plenitud de la gloria en el cielo. Pero también en la Tierra ha de edificarse este Reino. Sin embargo, nos chocamos aquí con la realidad de que se veneran o adoran otros dioses, y no pocas veces el hombre se adora a sí mismo.

La Santa Iglesia es el sitio en el cual se vislumbra ya en este mundo la soberanía de Dios. Aunque esté aún llena de debilidades y pecados, está llamada a conducir a la humanidad a la unidad en la glorificación del Padre. Para ello, es necesario dirigir nuestra mirada a Aquel a quien Jesús glorificó con Su venida al mundo: al Padre, de quien salió y por quien el “Príncipe” fue enviado. Así, la mirada no se queda sólo en el Hijo de Dios; sino que se eleva hasta el Padre, el Autor de todo bien. En las oraciones de la Santa Misa sucede así, pues se dirigen a Dios Padre por medio de Nuestro Señor Jesucristo.

Notamos que nuestro Padre nos recuerda que Él es la meta de todos nuestros esfuerzos y oraciones. Él desea que la Iglesia le dedique una Fiesta litúrgica específica, en la cual se cobre conciencia de esta realidad. No es sólo el Reinado de Cristo el que ha de manifestarse en el mundo y en las almas; sino también el Reinado de amor del Padre.

Nosotros mismos estamos llamados a glorificar al Padre con nuestra vida. Por eso, no se trata únicamente de nuestra salvación personal y de la salvación de otras personas; sino de que el Padre sea glorificado aquí en la Tierra.

Si seguimos a Jesús, entonces Su deseo se convierte en el nuestro: testificar al Padre, darlo a conocer como Él es, ayudando así a reestablecer el dominio de Dios en este mundo por Él creado.

Entonces, nuestro camino personal consistiría en obedecer al llamamiento de nuestro Padre Celestial:

“Lo único que pido del hombre es lo que puede darme: su confianza, su amor y su gratitud. No es que desee ser conocido, honrado y amado porque necesite de mi criatura o de su adoración. ¡No! Es sólo porque deseo salvarlo y hacerlo partícipe de mi gloria que me rebajo a él. Mi bondad y mi amor me hacen ver que aquellos seres que he sacado de la nada y que he adoptado como verdaderos hijos, se precipitarán en gran número en la eterna desgracia con los demonios, fallando así al objetivo de su creación y perdiéndose para el tiempo y la eternidad!”


Harpa Dei acompaña musicalmente las meditaciones que a diario ofrece el Hno. Elías, su director espiritual. Éstas se basan normalmente en las lecturas bíblicas de cada día; o bien tratan algún otro tema de espiritualidad.
http://es.elijamission.net

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