Si nos preguntamos si aquella luz que Dios encendió en Juana de Arco sigue alumbrando hoy y tiene aún algo que decirnos en este tiempo, entonces debemos fijarnos una vez más en lo esencial de su misión, para entenderla mejor.
En primera instancia, es importante tener bien en claro que la misión de Juana fue una intervención de Dios, para traer un giro en una situación concreta y difícil. Resulta demasiado evidente que fue la obra de Dios, si se considera que ella era sólo una joven de 17 años, que no sabía leer ni escribir, que no tenía ninguna instrucción militar, que no sabía nada de las reglas de etiqueta de la corte real ni tenía formación teológica…
Sabemos también de otras intervenciones divinas en el curso de la historia. Una de ellas, sumamente clara y bastante conocida, fue la aparición de la Virgen María en Fátima (Portugal). Allí, Ella pedía que Rusia fuese consagrada a su Corazón y que se hiciesen ciertas prácticas religiosas para contrarrestar la amenaza del comunismo. Podríamos decir que estos momentos cruciales son intervenciones proféticas en medio de una situación funesta concreta. ¡Esto fue lo que sucedió a través de Juana de Arco en Francia!
Para comprender mejor lo que significa su misión para nuestro tiempo y de qué manera ella podría seguir llevándola a cabo desde el cielo, quisiera mencionar tres aspectos puntuales sobre el encargo que le fue encomendado:
1) Francia debía ser liberada de la ilegítima ocupación extranjera.
2) El legítimo heredero al trono debía ser ungido y coronado como rey.
3) La Iglesia estuvo del lado equivocado en cuanto al proceso de Juana.
En cuanto al primer punto (la liberación de la nación de una ocupación extranjera): Actualmente nos enfrentamos a un creciente poder anticristiano, que fomenta legislaciones anti-humanas. Pensemos, por ejemplo, en el crimen del aborto. Muchos gobiernos no están protegiendo el derecho a vivir de los no-nacidos como corresponde, o, peor aún, son ellos mismos los que lo amenazan. Son leyes que atentan directamente contra el mandamiento de Dios, que protege la vida de los hombres.
Éste es sólo uno de muchos ejemplos, de manera que tenemos que darnos cuenta de que son cada vez más las leyes que se apartan de los mandamientos de Dios y los relativizan. ¡Pero la fe nos asegura que cada mandamiento que se guarda es fuente de vida; mientras que su transgresión engendra muerte! Traer muerte en lugar de la vida sólo puede ser una maquinación de los poderes oscuros, una manifestación anticristiana.
En este contexto, cabe mencionar también el dramático incremento a nivel mundial de la persecución a los cristianos. Los gobiernos ofrecen cada vez menos protección a los cristianos. Y si un gobierno ya no se esfuerza en mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos, e incluso se convierte en amenaza para ellos, entonces su poder pierde su legitimación.
Ante esta situación, ¿cuál sería la misión de una Juana de Arco? ¡Ciertamente se daría cuenta de la ocupación extranjera que está ganando terreno en este mundo, y vendría al auxilio de los hombres! Santa Juana se enrolará en el combate espiritual de todos aquellos que ofrecen resistencia a estos poderes enemigos. La batalla no se limitará a una sola nación, sino que será a nivel mundial, aunque lamentablemente Francia se destaque en abrir las puertas de par en par a este espíritu anticristiano.
Desde el cielo, Juana se apresurará a ayudarnos, y nos enseñará a poner toda nuestra confianza en Dios y a combatir junto con el ejército celestial. A nivel terrenal probablemente sea sólo un pequeño rebaño el que ofrezca resistencia con toda conciencia. ¡Pero detrás de este pequeño rebaño estarán todos los ejércitos del cielo! Podemos asumir que el Señor le dará a Santa Juana una posición importante en este asunto, así como lo hizo durante su vida terrenal cuando, por medio de ella, intervino en la situación de Francia.
En cuanto al punto 2 (la coronación del rey legítimo): Es posible que estemos acercándonos al dominio del Anticristo, quien propagará su influencia por toda la Tierra. Sólo Dios sabe si será aquel “último Anticristo” que ha de aparecer en el Fin de los Tiempos, o si será uno de sus crueles precursores… En el transcurso de la historia, la humanidad ha tenido que padecer bajo muchos personajes anticristianos, sea en el antiguo Imperio Romano, en Europa o en Asia. Muchas señales parecen indicar que este gobernante anticristiano se presentará como “falso rey”, imponiendo su voluntad a las naciones. Sobre todo, su dominio se opondrá a Dios y al verdadero Rey, que es Jesús. Podría llegar hasta el punto de exigir para sí mismo honores que sólo a Dios corresponden, y hasta podrían surgir cultos para él. También este fenómeno lo hemos visto en la historia…
Ciertamente, ante una situación tal, Santa Juana intervendrá por encargo de Dios. Si ya en el siglo XV ella defendió los derechos del rey legítimo, comprendiendo que su autoridad procedía de Dios, tanto más lo hará cuando aparezca uno que pretenda seducir a la humanidad entera. ¡Ella luchará a favor del Rey legítimo de la humanidad, mientras que combatirá a aquellos gobernantes anticristianos! El celo de Dios se encenderá en su corazón, y no descansará hasta haber derribado del trono a los poderosos, específicamente a aquel que usurpe para sí mismo el Trono de Dios. Cuando estemos en gran tribulación, podemos contar con Santa Juana de Arco.
Finalmente, con respecto al punto 3 (la posición equivocada de la Iglesia): Santa Juana apoyará a la Iglesia verdadera. Ella misma tuvo que experimentar la más dolorosa hostilidad por parte de círculos de la misma Iglesia, e incluso del episcopado.
La creciente amenaza anticristiana está infiltrándose en la Iglesia casi sin resistencia… Los claros posicionamientos católicos están siendo ablandados, la confusión incrementa y no pocos obispos se adaptan al espíritu del mundo, en lugar de anunciar vivamente el evangelio. Todo esto debilita interiormente a la Iglesia y le roba su fuerza de resistencia contra las ideologías contrarias a Dios y destructoras del hombre. Incluso ha sido posible que ciertos jerarcas, infiltrados por este espíritu mundano, ocupen posiciones claves en la directiva de nuestra Iglesia. Así la Iglesia está siendo seducida a ocuparse de asuntos secundarios, convirtiéndose en una institución más bien humana. De esta manera, se prolifera la confusión, en lugar de la claridad y la orientación.
Este campo de batalla es el más peligroso de todos, porque aquí la persecución puede venir de los que supuestamente eran hermanos, de los que también habla San Pablo.
En medio de esta situación, Santa Juana protegerá cuidadosamente a la Iglesia, que sólo estará en suelo firme cuando permanezca en la doctrina de los apóstoles y su pastoral brote de esta doctrina y se inspire en el Espíritu del Señor.
Ahora, como conclusión de todas estas meditaciones, podemos decir que también hoy, cuando los tiempos se vuelven cada vez más difíciles, contamos con la ayuda de Juana de Arco. Su vida y su martirio no sólo fue importante para aquella época, sino que ahora sigue estando siempre dispuesta a venir a nuestro auxilio, cuando se lo pidamos y el Señor se lo encomiende.
Harpa Dei acompaña musicalmente las meditaciones que a diario ofrece el Hno. Elías, su director espiritual. Éstas se basan normalmente en las lecturas bíblicas de cada día; o bien tratan algún otro tema de espiritualidad.
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