Lc 21,7-19
Le preguntaron a Jesús sus discípulos: “Maestro, ¿cuándo sucederá eso? ¿Cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?” Jesús respondió: “Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘El tiempo está cerca’. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis. Es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato.”
Y añadió: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino; habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares; se verán cosas espantosas y grandes señales del cielo. Pero, antes de todo eso, os echarán mano y os perseguirán; os entregarán a las autoridades de las sinagogas y os meterán en cárceles; y os conducirán ante reyes y gobernadores por mi nombre. Esto os sucederá para que deis testimonio. Pero no os propongáis preparar vuestra defensa, porque yo os comunicaré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros. Todos os odiarán por causa de mi nombre, pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras vidas.
En la peregrinación que acabamos de concluir con un grupo mexicano, visitamos una pequeña gruta que está sobre el Monte de los Olivos, dentro del mismo complejo en el que se encuentra también la Iglesia del Pater Noster, donde Jesús enseñó a sus discípulos la oración del Padrenuestro. Como memoria de este suceso, se encuentran allí muchas placas con la oración del Señor en los más diversos idiomas.
La pequeña gruta mencionada, que anteriormente tenía una importancia similar a la gruta de Belén, sería el lugar donde Jesús habló a sus discípulos sobre los Últimos Tiempos. Por eso, este lugar se presta para leer el pasaje evangélico que hoy hemos escuchado, y con los peregrinos solemos reflexionar allí más detalladamente sobre esta temática tan importante.
Los fieles no deberían perder de vista los Últimos Tiempos, que se inauguraron con la Venida del Señor. El fin de los tiempos ha sido profetizado y llegará, y a los apóstoles les urgía preguntarle a Jesús cuándo sucederá esto.
Es bien comprensible que los discípulos le hayan hecho estas preguntas. De hecho, ellos habían reconocido que el Hijo del Altísimo estaba entre ellos, y ahora querían que Él mismo les dijese lo que les esperaba y cuándo sucedería. Pero, como sabemos, Jesús no les da información con respecto al tiempo…
Todos los intentos de diversas agrupaciones o personas, de dar fechas concretas para el Fin de los Tiempos, han quedado siempre defraudados por la realidad. El Fin de los Tiempos no ha llegado, aunque han existido muchas situaciones en las que ciertos fieles han estado convencidos de que el momento había llegado.
A nosotros puede sucedernos lo mismo en estos tiempos. Sin embargo, conviene que nos atengamos a las palabras que nos dice el Señor en otro pasaje: “Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo; sólo el Padre”(Mc 13,32).
En lugar de querer descubrir la hora, es mejor simplemente decirnos: Todo llegará en el momento que Dios haya dispuesto. Actualmente nos encontramos todavía en el tiempo de la paciencia de Dios.
Pero sí hemos de enfocarnos en otras afirmaciones esenciales que el Señor hace en esta gruta:
“Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘El tiempo está cerca’. No les sigáis.”
Jesús dirige estas palabras de advertencia a sus propios discípulos; es más, se las dice a aquellos tres a los que solía llamar especialmente cerca de Él. Así, su advertencia cuenta también para quienes están muy cerca del Señor. Incluso ellos pueden ser engañados por falsos mesías.
Pero, ¿cómo puede suceder esto? Nosotros, como católicos, sabemos bien que existe un solo Mesías, y cualquiera que se presente como tal, sería inmediatamente descubierto y rechazado.
Sin embargo, la seducción puede ser mucho más sutil. Puede suceder incluso dentro de la Iglesia, cuando, por ejemplo, hubiesen pastores que no cumplan ya con la tarea que les corresponde de anunciar claramente la doctrina de la Iglesia, y toleren o promuevan una práctica que se aparta de la Tradición de la Iglesia; o cuando hubiesen teólogos que anuncien doctrinas erróneas sin ser corregidos…
En este punto, no debemos olvidar que todo ello puede suceder en nombre de la Iglesia, lo cual significaría que los lobos ya se han adentrado en el rebaño, donde difunden sus errores, siendo rara vez corregidos por los pastores, quienes deberían ejercer su función de guardianes en el nombre de Jesús.
No cerremos los ojos ante los peligros mencionados, porque el Señor nos advirtió con toda claridad. No es necesario que conozcamos el día y la hora del fin del mundo; pero sí debemos identificar las señales de los tiempos, y reconocer y rechazar a aquellos que, abusando del nombre de Jesús, nos aparten del camino.
Jesús advirtió a sus discípulos y, por medio de ellos, también a nosotros. Cuanta más confusión veamos en el mundo y en la Iglesia, tanto más hemos de aferrarnos al Señor, a sus palabras y a la auténtica doctrina de la Iglesia, permaneciendo así fieles a Ella y a su misión salvífica.
Antes de finalizar esta meditación, quisiera dar un aviso importante:
Mis reflexiones sobre el Sínodo de la Amazonía suscitaron diversas reacciones, lo cual ya era predecible. Sin embargo, por responsabilidad para con Dios y para con las personas que me escuchan, yo había decidido hablar claramente sobre lo sucedido ahí. De hecho, la mayoría de reacciones fueron positivas, y los oyentes expresaron su gratitud por haber sido informados sobre lo sucedido. Pero hubo también otros comentarios que nos decían que ya no seguirían compartiendo las meditaciones y rechazaban su contenido. ¡Eso es algo que cada cual tiene que decidir! En la medida de mis posibilidades, intento informar objetivamente. Por supuesto que tampoco escondo el hecho de que veo de forma crítica algunos aspectos importantes de este Pontificado, y me parece que ha llegado el tiempo de decirlo con claridad.
Como ya había mencionado, las meditaciones diarias no son el marco adecuado para informar detalladamente sobre cuestiones eclesiales, pues están pensadas para reflexionar sobre la Sagrada Escritura y el camino de seguimiento de Cristo. Por eso he decidido abrir un nuevo blog, para informar ahí con más extensión sobre la situación de la Iglesia y desarrollos críticos en el mundo. Cuando haya publicado un nuevo blog o se haya desarrollado más a profundidad algún tema que se tocó por encima en las meditaciones diarias, les haremos llegar el link.
Hoy he publicado mi testimonio sobre el Pontificado del Papa Francisco:
https://es-baltalelija.blogspot.com
Harpa Dei acompaña musicalmente las meditaciones que a diario ofrece el Hno. Elías, su director espiritual. Éstas se basan normalmente en las lecturas bíblicas de cada día; o bien tratan algún otro tema de espiritualidad.
http://es.elijamission.net