La verdadera libertad (Parte I)

La verdadera libertad, que será el tema de nuestras próximas meditaciones, es aquella que solamente puede obtenerse en la entrega total a Cristo. No se trata, entonces, de la libertad que el hombre posee como don de Dios, por el simple hecho de ser hombre; sino que es una libertad que puede alcanzarse únicamente en la perfección cristiana.

Es por eso que la obtención de esta “verdadera libertad” va de la mano con la transformación en Cristo, que significa que la imagen de Dios va modelándose cada vez más en nosotros.

Cuando nuestra vida está afectada por específicas “carencias de libertad”, se reduce el resplandor de nuestro testimonio cristiano, y el amor de Dios no puede penetrarnos del todo. Entonces, nuestra vida no refleja realmente la belleza de la fe y no resulta muy convincente nuestro testimonio como hombres redimidos.
Vemos, pues, que son varias las razones que deberían movernos a trabajar por superar nuestras “carencias de libertad”, con la ayuda de Dios:
En primer lugar, para Dios será una alegría que podamos acoger Su amor sin impedimentos y sin ponerle barreras.

En segundo lugar, para nosotros mismos será una gran dicha el ser cada vez más libres y que el amor de Dios pueda llenarnos.

Finalmente, para las demás personas será más legible nuestro testimonio y podrán reconocer más fácilmente lo que significa vivir como hijos amados de Dios. Para vencer nuestras “carencias de libertad”, hay que tener bien en claro que aquí no se trata de pecados; sino que son diversas barreras y obstáculos que han de ser disueltos con la ayuda de Dios. Quizá ni siquiera estemos conscientes de nuestras carencias de libertad y nunca hayamos reflexionado sobre ellas…

Por eso, quisiera comentar a continuación algunas de las más comunes carencias de libertad. Tal vez descubramos ciertos síntomas de una o varias de ellas en nosotros mismos o en otras personas, para poder ayudarles a superarlas.
Empecemos hoy con una carencia de libertad bastante común:

Exagerada sensibilidad


Las personas que son muy sensibles, se sienten constantemente ofendidas y relegadas; tienen la impresión de que no se las respeta lo suficiente y se las trata sin amor. Constantemente sospechan un trato injusto para con ellas. Llevan una gran carga y todo el tiempo giran en torno a sí mismas. No les es posible mirar la situación desde fuera, por así decir; ni evaluarla objetivamente para poder dar la respuesta que corresponde.


Ciertamente conocemos las dificultades en el trato con personas muy sensibles. Cada palabra hay que pensarla mil veces antes de pronunciarla; una y otra vez hay que hacerles llegar un elogio especial, etc…


Esta carencia de libertad genera un ambiente artificial alrededor de la persona en cuestión. Fácilmente se producen sentimientos de culpabilidad para con ella. Entonces, en el trato con personas muy sensibles hay que preservar una cierta libertad personal, para no quedar contagiados por la carencia de libertad que ella irradia, por así decir. Si no preservamos nuestra libertad, puede suceder que, estando en presencia de la persona hipersensible, dejamos de decir o hacer las cosas que son objetivamente correctas. Por ejemplo, no le hacemos caer en cuenta de que ha hecho algo mal, por temor a la reacción que pueda suscitarse en ella.
Si descubrimos en nosotros mismos una sensibilidad similar, hemos de llevarla ante el Señor, con todos los sentimientos que trae consigo, y pedirle al Espíritu Santo que los toque y nos fortalezca. De hecho, es un egocentrismo en el que estamos atrapados, porque giramos constantemente en torno a nosotros mismos y a nuestros sentimientos.

Sólo podremos superarlo si, en oración, nos apartamos de nosotros mismos y nos dirigimos a Dios. ¡Sólo Él puede tocar y disolver esta prisión! Al mismo tiempo, le pedimos que nos sane interiormente, porque a menudo sucede que la hipersensibilidad -que de ninguna manera puede confundirse con una sensibilidad positiva- procede de heridas aún no curadas, que activan fuertemente nuestra auto-protección.

Entonces, si notamos en nosotros mismos una hipersensibilidad, no deberíamos simplemente cerrar los ojos y justificarnos diciendo que así somos; sino que estamos llamados a vencer realmente estas barreras interiores. Si lo hacemos con perseverancia, mejorará poco a poco nuestra situación interior. Así, podremos soportar con mayor facilidad alguna tensión o conflicto, sin desesperar inmediatamente o caer en crisis. Aprenderemos a no ponernos a nosotros mismos como el centro de todo y podremos evaluar las situaciones más objetivamente. En pocas palabras, llegaremos a una mayor libertad, que repercutirá positivamente en todo lo demás…

En la meditación de mañana, reflexionaremos sobre otras carencias de libertad que pueden afectarnos.

Harpa Dei acompaña musicalmente las meditaciones que a diario ofrece el Hno. Elías, su director espiritual. Éstas se basan normalmente en las lecturas bíblicas de cada día; o bien tratan algún otro tema de espiritualidad. Puedes encontrar los audios y textos en el siguiente link: 

http://es.elijamission.net/ (Español)

http://en.elijamission.net/ (Inglés)

https://www.elijamission.net/ (Alemán)