El espíritu de discernimiento y el Anticristo
Retomemos hoy el tema del Anticristo, al que dedicaremos varias meditaciones. Como había mencionado en la meditación de ayer, hay pasajes contundentes en la Escritura que hablan del Anticristo. Así escribe San Pablo a los Tesalonicenses:
“Primero tiene que venir la apostasía y manifestarse el Hombre impío, el Hijo de la perdición, el Adversario que se alza contra todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta el extremo de sentarse él mismo en el Santuario de Dios y proclamarse a sí mismo Dios (…). El misterio de la iniquidad ya está actuando. Tan solo con que sea quitado de en medio el que ahora le retiene, entonces se manifestará el Impío. El Señor lo destruirá con el soplo de su boca, y lo aniquilará con la manifestación de su Venida. La venida del Impío estará señalada por el influjo de Satanás, con toda clase de milagros, signos, prodigios engañosos y todo tipo de maldades, que seducirán a los que se han de condenar por no haber aceptado el amor de la verdad que les hubiera salvado. Por eso Dios les envía un poder seductor que les hace creer en la mentira, para que sean condenados todos cuantos no creyeron en la verdad y prefirieron la iniquidad” (2Tes 2,3-4.7-12).
El Apóstol San Juan escribe en su carta:
“Hijos míos, ha llegado la última hora. Habéis oído que vendría un Anticristo; y la verdad es que han aparecido muchos anticristos. Por eso nos damos cuenta que ha llegado la última hora. Salieron de entre nosotros, aunque no eran de los nuestros. Pues si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Así se ha puesto de manifiesto que no todos son de los nuestros” (1Jn 2,18-19).
Partiendo de los diversos pasajes bíblicos, de los cuales sólo hemos citado algunos; y de lo que han escrito y dicho diversas personas fidedignas a lo largo de la historia sobre este tema, podemos mencionar las siguientes características del Anticristo:
El Anticristo, también llamado “hijo de la perdición” (cf. 2Tes 2,3), se presentará como soberano universal. Mientras que los otros “anticristos” que han existido a lo largo de la historia –tales como los dictadores del siglo pasado– se revelaron pronto como violentos tiranos; el Anticristo que ha de aparecer al Final de los Tiempos suele ser descrito como un portador de la paz global, dotado de un extraordinario carisma y de los poderes políticos correspondientes para llevar a cabo sus objetivos. Vendrá en un momento en que la humanidad atraviesa una gran necesidad, en una época en que el desarrollo hace posible ejercer un dominio global. Exteriormente puede presentarse como un hombre virtuoso y espiritual; pero, en el fondo, su inspiración es de origen demoníaco.
Como su nombre lo indica, el Anticristo se presentará como una imitación del Redentor; mientras que tratará de ocultar su profunda aversión y enemistad hacia Cristo. Así, pues, podría incluso citar el evangelio, poniendo particular énfasis en aquellos pasajes que se dirigen al hombre en su necesidad. Así, dará la impresión de que actúa movido por la caridad cristiana y de que es un defensor de la justicia y representante de la misericordia. En realidad, ofrecerá una especie de “evangelio intra-mundano”, que niega la trascendencia de Dios y la necesidad de Redención del hombre. Mantendrá oculta su “misión satánica”, que consiste en alcanzar el dominio global y penetrar en el templo de Dios para usurpar su lugar (cf. Mt 24,15).
El Anticristo querrá ejercer su influencia en la Iglesia y valerse de ella para sus fines, tratando de pervertir así la misión que el Señor le ha encomendado. Conseguirá poner de su parte a un considerable número de cristianos y causará profunda confusión en el tiempo de la gran apostasía.
No pocos sospechan que el Anticristo tendrá a su lado una especie de “Falso Profeta” (cf. Ap 19,20), que habría preparado previamente su advenimiento. Lamentablemente no se puede descartar la posibilidad de que este Falso Profeta, e incluso el Anticristo mismo, surjan de entre las filas cristianas. Recordemos lo que decía San Juan en su carta: “Salieron de entre nosotros; pero no eran de los nuestros” (1Jn 2,19).
He aquí algunas características que podrían ayudarnos a identificar al Anticristo cuando se manifieste. Ciertamente no hemos abarcado todas; pero, si estamos vigilantes, podremos percibir el “sabor espiritual” de los engaños anticristianos. En efecto, podemos descubrirlos ya en el mundo actual. Si nos aferramos a la fe católica tradicional, debería resultarnos relativamente fácil identificarlos. Pero también debemos discernir si, por acaso, este espíritu se ha infiltrado en la Iglesia, siendo así que pretende sentarse en el santuario de Dios (2Tes 2,4). ¡Y ciertamente también intentará penetrar en el templo interior de nuestro corazón!
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Meditación sobre la lectura del día: http://es.elijamission.net/2022/03/30/
Meditación sobre el evangelio del día: http://es.elijamission.net/2021/03/17/