Como había comunicado ayer, continuaré hasta el sábado con las meditaciones sobre el “Mensaje del Padre”. Éste se divide en dos partes. En las reflexiones anteriores, había seguido el orden del librito casi por completo. A partir de hoy, resumiré lo que nos falta de la primera parte y sólo citaré algunos extractos. Dejaré la segunda parte del Mensaje para meditarla en otro momento adecuado.
Recomiendo que cada uno lea el librito por sí mismo. Ha sido publicado en muchos idiomas y se lo puede obtener fácilmente y sin costo en internet. A veces se critica la calidad de las traducciones. El texto original le fue dado por el Padre Celestial a la Madre Eugenia en latín. La primera traducción que se hizo fue al francés.
Es importante entender que, si bien Dios Padre se dirige aquí a una sola persona de forma directa, nos habla a todos a través de ella. Así lo expresa Él mismo:
“También ahora que estoy aquí en Persona en medio de todos vosotros, hablándoos y repitiéndoos incesantemente, de todas las maneras posibles, que os amo y que quiero ser conocido, amado y glorificado con un culto especial, incluso ahora vosotros no me veis, a excepción de una sola persona: aquella a la cual dicto este mensaje. ¡Una sola en toda la humanidad! Sin embargo, lo que aquí os digo, os lo digo a todos vosotros; hablándole a aquella a la cual veo (aunque a todos os veo), os hablo a todos y a cada uno de vosotros, como si me estuvieseis viendo.”
Depende de nosotros si nos dejamos tocar por este Mensaje, que se dirigía también al Papa de ese entonces y al obispo a cargo. A ambos se les encomendó encarecidamente esta obra de amor y su difusión. Al Papa le fue pedido que esta obra esté en primer lugar, que se la estudie y ejecute diligentemente.
Éste es un buen momento para reflexionar sobre la importancia de un mensaje tal. No pocas veces, se desvalorizan estas revelaciones privadas en ciertos círculos, o no se entiende siquiera su significancia.
Sin embargo, vemos que este mensaje no sólo ha de llevar al crecimiento personal en la fe, en la esperanza y en la caridad –lo cual sería ya extremadamente valioso–; sino que la intención de Dios es comunicar a la humanidad entera un mensaje que tiene una urgencia.
Para entender el significado de tales revelaciones privadas, conviene tener presentes ciertas apariciones marianas aprobadas por la Iglesia, y sus efectos a veces enormes.
Tomemos como ejemplo la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe, en México…
La Virgen se le aparece a un indio. A consecuencia, los nativos aztecas se convierten. Hoy en día, es un gigante santuario de peregrinación, al que acuden millones de personas para la oración. En este contexto, hay que lamentarse de que actualmente, a causa de la pandemia, la Basílica esté cerrada. ¿Será que esto le agrada a nuestra Santa Madre?
Otro ejemplo: la aparición de Nuestra Señora en Lourdes, Francia.
La Virgen se aparece a Santa Bernardita. Surge un gran lugar de peregrinación, al cual llegan también muchos enfermos y donde suceden milagros certificados. Y también aquí es de lamentar que actualmente no sea accesible. ¿Le agradará esto a la Virgen?
Un tercer ejemplo: Fátima, Portugal.
La Virgen María se aparece a tres niños y les encomienda importantes mensajes para el mundo. Ciertos círculos de fieles, afirman que hasta el día de hoy no se han cumplido del todo las peticiones de la Madre de Dios, y también relacionan los sucesos dolorosos de estos días con el mensaje de Fátima…
A este santuario tampoco se puede acceder ya… ¿Acaso le agrada esto a la Virgen?
¡Cuán gran influencia tienen hasta nuestros días estos lugares y mensajes! ¡Y cuánta más influencia podrían tener, si se pusiera en práctica todo lo que fue dicho por la Madre de Dios, a veces en sólo pocas palabras! Todos estos tres ejemplos hacen parte de las así llamadas “revelaciones privadas”, aunque yo prefiero llamarlas “intervenciones de carácter profético”.
Si miramos desde esta perspectiva el “Mensaje del Padre”, podría tener una dimensión aún más global. No se trata aquí de la edificación de un lugar de peregrinación; sino de que el Señor pueda instaurar su templo en los corazones de los hombres y cultivar con nosotros aquella relación de confianza y familiaridad que originariamente tuvieron con Él nuestros primeros padres en el Paraíso; aquella relación que en la eternidad llegará a su plenitud.
La Fiesta que el Padre pide, sería la realización visible; el reconocimiento y la veneración de la amorosa Paternidad de Dios para con todos los hombres. Evidentemente esto haría brotar nuevos ríos de gracia para la humanidad.
¿No necesitamos hoy más que nunca de la imagen correcta de Dios Padre, quien nos ama más que a Sí mismo, quien está siempre junto a nosotros y quiere ser misericordioso incluso con el mayor pecador? ¿No necesitamos de un Padre, que es misericordioso, pero, a la vez, no deja a un lado la verdad y la justicia? ¿No necesitamos precisamente en la pandemia de un sostén seguro; Alguien en quien podamos poner nuestra confianza en una situación aparentemente sin salida; Alguien que sabe para qué servirá todo esto y lo incluye en Su plan de salvación para nosotros, los hombres? ¡Yo creo que sí! Y ese “Alguien” está ahí y toca a la puerta de nuestro corazón, queriendo morar junto a nosotros. ¡No es nadie menos que Dios Padre mismo!
Finalmente, una nota práctica: Ya se han inscrito muchas personas para el “mini-retiro”, de manera que, con la gracia de Dios, tendrá lugar. A los que nos contacten para inscribirse, les pedimos que también nos hagan saber si, además del español, entienden otro idioma (como el inglés). Posteriormente les daremos mayor información sobre los detalles…
Harpa Dei acompaña musicalmente las meditaciones que a diario ofrece el Hno. Elías, su director espiritual. Éstas se basan normalmente en las lecturas bíblicas de cada día; o bien tratan algún otro tema de espiritualidad.
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