El comentario de hoy sólo podrá entenderse en contexto con lo dicho ayer. Pido paciencia a todos los oyentes, pero es que este tema requiere de una cierta profundización, puesto que se trata de un asunto relevante para la Iglesia, cuya magnitud posiblemente no se está midiendo lo suficiente.
Debemos discernir y sopesar la grave acusación de si el 4 de octubre de 2019 y en los días siguientes, durante el Sínodo de la Amazonía, realmente tuvieron lugar actos idolátricos, con lo cual se habría ofendido a Dios.
En todo caso, hubo dos hombres que lo vieron así. Son aquellos que retiraron varias estatuas de la Pachamama de la iglesia Santa Maria in Traspontina y las arrojaron al río Tíber. Con una cámara grabaron este momento y el video se hizo famoso a través del internet y los medios de comunicación. No es insignificante lo que posteriormente ellos afirmaron para justificar dicha acción:
“Esto sucedió por una sola razón: Nuestro Señor y Redentor Jesucristo, su bendita Madre y todos los que siguen a Cristo, están siendo atacados por miembros de nuestra propia Iglesia. ¡Eso no lo aceptamos! ¡Ya no callaremos!”
El acto de estos hombres fue calificado de diversas formas: algunos lo llamaron una purificación del templo, mientras otros lo consideraron un desprecio de los indios del territorio amazónico.
Lo decisivo es discernir lo que realmente significó el acto que tuvo lugar en los Jardines Vaticanos, en la Basílica de San Pedro y en la iglesia Santa María in Traspontina. ¿Es que fue un intento de inculturación del evangelio o fue un acto idolátrico y, por tanto, una falsificación del evangelio?
A este respecto, escuchemos lo que dijo un obispo auxiliar de Suiza, Monseñor Eleganti. En una publicación de Facebook, el obispo recuerda que la controvertida figura de la Pachamama no es la Virgen María, quien es la Madre de la Iglesia.
“El hecho de que en los Jardines vaticanos se hayan postrado ante ella y en todo lado esté sobresaliendo y siendo llevada en procesión, cuando más valdría que la imagen de la Virgen de Guadalupe fuese venerada y mostrada (siendo un retrato inequívoco y, al mismo tiempo, inculturado de la Virgen María, con rasgos y símbolos indígenas, dado por el cielo mismo) es incomprensible. Para cualquier observador, no se entiende que la veneración pública de la Pachamama en el Sínodo del Amazonas no sea una idolatría. Y aun si no fuese así, seguiría estando el escándalo de que parece serlo y de que la Roca de Pedro no se preocupe de ello, y que, antes bien, proteja los rituales bien documentados y ajenos al cristianismo en los Jardines del Vaticano y más allá, mientras que se lamenta de reacciones que son comprensibles.”
El obispo emérito de Marajó en el territorio amazónico, Monseñor José Luis Azcona, habló aun más claramente y condenó los rituales paganos como sacrilegios demoníacos, que provocan escándalo. Él confirmó que la “Pachamama” es una divinidad pagana. Y aclaró:
“Estas celebraciones dependen de los espíritus que se evocan y es evidente que esto es brujería, de la cual nos advierte la carta de San Pablo a los Gálatas, en el capítulo V, versículo 29, cuando denuncia el pecado de la idolatría que es incompatible con el Evangelio y con la misión.”
El portal de internet austríaco kath.net informó lo siguiente sobre Monseñor Kräutler, que fue una de las cabezas del Sínodo de la Amazonía:
Erwin Kräutler, el controvertido obispo austríaco, defendió las controvertidas representaciones de la Pachamama del territorio amazónico como una “expresión de los indígenas”, que podría integrarse en nuestra liturgia. Esto dijo Kräutler en una conferencia en Bregenz, según informa la Tagespost. “Hay personas que piensan que la Pachamama es una diosa” -explicó Kräutler.
Evidentemente Monseñor Kräutler tuvo mucha influencia sobre los obispos del Sínodo, como destacó el Cardenal Schönborn, otro influyente cardenal. Así se expresó Schönborn hace algunos días en una entrevista, según informa kath.net: “Él [Monseñor Kräutler] gozó de un enorme aprecio entre los obispos y laicos en el Sínodo, y es considerado como un pionero.”
El obispo de Ratisbona, Rudolf Voderholzer, dijo en su sermón del 31 de octubre con respecto a este tema:
“La inculturación se da siempre en enganche y ruptura al mismo tiempo. Orígenes, un teólogo de los primeros siglos de la Iglesia, señala en su interpretación de la salida de Israel de Egipto que, si bien los israelitas llevaron consigo las vasijas de oro y las estatuas de su país anfitrión, practicante del culto a los faraones, no las emplearon en ese sentido; sino que las fundieron y las transformaron en utensilios sagrados para la veneración y adoración del Dios de Israel. Él es el Dios de la Alianza con los hombres, y en los Diez Mandamientos les da orientación para una vida grata a Dios. Bonifacio, el Apóstol de Alemania, tampoco adoptó tal cual el culto de los germanos. Bonifacio no danzó alrededor del Roble de Thor -el árbol sagrado de los germánicos-, ni lo abrazó; sino que lo taló y de su madera talló una cruz y una capilla dedicada a San Pedro. ¡Un magnífico ejemplo para la siembra de la novedad del evangelio, en continuidad y discontinuidad con lo precedente! (…) Sin una cierta ruptura con lo pasado, no se puede ganar la novedad de Cristo.”
No podemos, entonces, catalogar la ceremonia en cuestión como una acertada inculturación. Una inculturación se da cuando se integran elementos culturales, una vez que han sido totalmente liberados de cualquier significación pagana que hayan tenido, y no puedan ya hacer tambalear de ninguna manera a los fieles. No se puede permitir que, de una u otra forma, quede alguna posibilidad para los demonios de valerse de tales ídolos para ejercer su influencia sobre las personas.
No obstante, en el caso que estamos tratando, el culto indígena a la Pachamama sigue vivo y de ningún modo está liberado de sus componentes paganos. Aunque en aquellas estatuas quiera verse simplemente un símbolo de fecundidad, los católicos no podríamos rendirles una veneración especial. Por ello, lo acontecido en Roma ha de tomarse con mucha seriedad.
El Papa Francisco se disculpó públicamente del hecho de que las estatuas habían sido arrojadas al Tíber. Él mismo confirmó que estas representaciones eran de la Pachamama, y de ningún modo de la Virgen María. El Papa resaltó que no habían sido introducidas con una intención idolátrica.
Sobre esta afirmación hemos de reflexionar mañana más detalladamente, y también habrán de considerarse las consecuencias que hay que sacar del confuso suceso acontecido en Roma.
Harpa Dei acompaña musicalmente las meditaciones que a diario ofrece el Hno. Elías, su director espiritual. Éstas se basan normalmente en las lecturas bíblicas de cada día; o bien tratan algún otro tema de espiritualidad.
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