Ángeles y hombres

“Gloria cantan los querubes en los campos de Belén…”

Tú no solamente eres la alegría de Israel y de la humanidad entera; sino también la de los ángeles, nuestros amigos del cielo. 

¡Cómo os habréis regocijado, amados ángeles, cuando reconocisteis en la luz de Dios Su inmensa Sabiduría al escoger este camino de salvación!

Vuestros cantos de júbilo resuenan de nuevo en nuestros corazones: “¡Gloria a Dios en las alturas!” (Lc 2,14)

Fuisteis vosotros quienes trajisteis el mensaje: “No temáis, pues os auncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor” (Lc 2,10-11).

Os pedimos que en estos días tan santos estéis especialmente cerca de nosotros, para que podamos liberarnos de la pesadez de nuestras cargas terrenales y alabemos junto a vosotros al Señor. ¡Sí! Él es también vuestro Señor, a quien amáis con todo vuestro ser y cuya Voluntad cumplís en todo momento. 

Tú, amado Niño Divino, deleitas al universo entero. A todos aquellos que acogen Tu tierno amor, los colmas de dicha. 

Amados ángeles: adoremos juntos al Señor. ¡Él nos ha convertido en hermanos! Así, podemos ya aquí en la tierra iniciar lo que en el cielo haremos por toda la eternidad, y para lo cual hemos sido creados. 

¡Los ángeles y los hombres unidos en la alabanza del Señor! ¡Qué gracia nos otorga este tiempo santo! 

Y algo más, amados ángeles… Vosotros habéis anunciado llenos de gozo al Señor. Siempre estáis dispuestos a venir al auxilio de los hombres. Siempre os apresuráis a cumplir la Voluntad de Dios, de buena gana, entera e inmediatamente. 

¿Qué os parece si juntos le regalamos una gran alegría al Niño Jesús? Sellemos una alianza de amor ante Su pesebre. Vosotros y nosotros, que le hemos entregado nuestro corazón a Él, salgamos una vez más al mundo para anunciar a los hombres el amor del Padre, que nos envió a este Niño. En efecto, Él mismo vino para darnos a conocer este amor. ¡Éste es el gran deseo de Su Corazón!  

¿Qué os parece? ¿Y nos prestaríais vuestros cantos para este servicio? 

Quizá ahora, al escucharnos hablar así, el Niño nos sonría. ¿Hemos tocado Tu Corazón, pequeño Niño? Un regalo de aquellos que te aman.