1Jn 1,5-7
Éste es el mensaje que hemos oído y que os anunciamos: Dios es luz y no hay en Él tinieblas de ninguna clase. Si decimos que estamos en comunión con Él y sin embargo caminamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. En cambio, si caminamos en la luz, del mismo modo que Él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado.
Es un mensaje claro que debemos interiorizar profundamente. Se aplica tanto a nosotros mismos, ya que nos ayuda a liberarnos de todas las tendencias oscuras de nuestra alma, como a la imagen que transmitimos de Dios en la evangelización. De hecho, existen corrientes filosóficas y religiosas que defienden que en la divinidad también hay oscuridad. Todos los que sostienen esta creencia tienen algo en común: aún no han conocido a Dios tal y como es en verdad y son víctimas del engaño. Estos engaños son difundidos también por Lucifer mismo, que no quiere que se le identifique como la personificación del mal.
La verdad es que en nuestro Padre celestial no hay nada que no sea amor puro y verdad. Esta certeza también nos ayuda a discernir los espíritus, como hace el apóstol san Juan en sus cartas. Tan pronto como percibamos algo que pretenda empañar la claridad de la verdad, transmitir una imagen ambigua o cuestionar a Dios, podremos concluir fácilmente que no puede provenir de Él.
En realidad, esto debería ser lo más natural para todo católico. Sin embargo, no podemos pasar por alto que parecen estar resurgiendo ciertas formas de paganismo, que se están extendiendo ideas esotéricas y que otras religiones están ganando terreno. En todas ellas, aunque con diferencias graduales, aún no se conoce suficientemente a Dios. Muchos errores y falsas doctrinas empañan la luz y mantienen cautivos a los hombres.
Tristemente, debemos constatar que algunos errores y falsas doctrinas se han adentrado incluso en la vida de la Iglesia. Recordemos el ejemplo flagrante del culto a la Pachamama en los Jardines Vaticanos y en la Basílica de San Pedro. Hasta la fecha, la jerarquía eclesiástica responsable no ha expiado este acto. Algunos intentos de integrar otros elementos culturales en la liturgia, en lugar de difundir luz, han logrado opacar el sacrificio del Señor en la cruz.
En el pasaje de hoy, san Juan se refiere específicamente al pecado como oscuridad. No es posible estar en comunión con Dios y, al mismo tiempo, vivir en estado de pecado. Quien crea lo contrario no ha entendido algo esencial y, por tanto, vive en la mentira, como deja claro el texto bíblico.
Es cierto que Dios es misericordioso y se apiada del pecador. Es cierto que, por todos los medios posibles, llama a los hombres a la conversión y lucha hasta el final por cada alma para que no se condene. Es cierto que levanta una y otra vez al hombre cuando éste ha vuelto a caer en pecado y se arrepiente. Sin embargo, no es cierto que podamos permanecer en el pecado y, al mismo tiempo, creer que estamos en comunión con Dios.
Un claro ejemplo es la recepción de la Santa Comunión. La Sagrada Escritura y la tradición de la Iglesia nos enseñan que solo pueden recibirla quienes se encuentran en estado de gracia. Para recuperar este estado, la Iglesia ofrece el sacramento de la confesión, que solo exige de nuestra parte el arrepentimiento por nuestros pecados y el propósito de enmienda. Cualquier otra enseñanza al respecto, como la que se extendió durante el pontificado anterior y no ha sido corregida en el actual, es errónea. Son responsables de que se cometan sacrilegios, de los que se sirven las fuerzas del mal para contaminar nuestra Iglesia.
San Juan deja claro que solo puede haber verdadera comunión entre nosotros, los cristianos, si vivimos en la luz, es decir, conforme a la voluntad de Dios, y hacemos todo lo posible por permanecer en ella. De ahí surge la comunión cristiana en el amor y en la verdad, que tiene su origen en la relación de la Santísima Trinidad. Para que esta comunión perdure y se profundice a pesar de nuestras debilidades, el Señor nos concede la gracia de purificarnos con su sangre cada vez que nos acercamos sinceramente a él.
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Meditación sobre el evangelio del día: https://es.elijamission.net/la-verdadera-unidad-entre-los-hombres/