Relato sobre la misión en México y EE.UU.

Queridos oyentes de nuestras meditaciones diarias,

Hoy quisiera salir del marco en que solemos realizar estas reflexiones, para contarles algo sobre la misión en México y en EE.UU. que acabamos de concluir. Sabemos que muchas personas oran por nosotros, y nos acompañan así activamente en nuestro camino. ¡Estamos muy agradecidos por eso! Es enormemente valioso saber que hay personas que apoyan nuestra misión. Por eso, queremos también mantenerles al tanto.

En primera instancia, quisiera agradecer por la oración por Ecuador y pedir, al mismo tiempo, que continuemos realizándola. La realidad dramática que se estaba viviendo allí tuvo un giro. Se pudo dialogar y llegar a un acuerdo político, de manera que, por ahora, la situación está más calmada: las personas han podido volver a sus trabajos y la vida empezó a normalizarse.

Ahora, con respecto a los viajes misioneros: ¿Por qué los realizamos?

En primer lugar, es un encargo del Señor, al que nosotros simplemente servimos. Este aspecto es lo decisivo, porque una misión significa ser enviados por Dios. No es algo que uno mismo planifique; sino que se lo lleva a cabo en obediencia espiritual. Nuestra primera responsabilidad es ante Dios, y en Él nos abandonamos en todas las situaciones. Vamos allí donde Dios nos llame… ¡O al menos eso es lo que queremos!

Llevamos ya algunos años con los viajes misioneros a la tierra de la Guadalupana. Inicialmente llegamos a México con la oración “Quebrar la vara del violento”, invitando a muchas personas en las parroquias a orar con nosotros para que la violencia llegue a un fin. En la primera etapa, fue ésta nuestra tarea primordial, y podemos decir que fue un signo de esperanza para los mexicanos.

El Coro Harpa Dei acompañaba las Santas Misas con los cantos. A esto vinieron a añadirse las Horas Santas y también conciertos de Música Sacra. En México existe la costumbre de que a menudo se expone el Santísimo después de la Santa Misa, y eran cada vez más las ocasiones en que los sacerdotes nos pedían que asumiéramos estas Horas Santas, acompañándolas con cantos sacros y meditaciones. Éste ha sido un servicio muy hermoso, y, en este marco, Harpa Dei podía ampliar el repertorio más allá del canto gregoriano, que es lo que cantamos principalmente en las Eucaristías, incluyendo también otras tradiciones musicales…

Con la creciente familiaridad que surgió con los mexicanos, quienes nos acogieron con brazos abiertos, nos apoyaron con generosidad y, sobre todo, escucharon con buena disposición el mensaje que el Señor nos confió, la misión pudo desplegarse notablemente. Así fueron abriéndose puertas para dar charlas y ofrecer retiros, de modo que también la palabra pudo difundirse más.

En esta ocasión, en el 2019, estuvimos más de dos meses en México, y una vez más recorrimos muchos de sus estados. Nos encontramos con muchas personas y   comunidades; tuvimos contactos fructíferos con sacerdotes… Seguimos viendo a México como un país elegido por Dios, y, en ese sentido, también nos sentimos en casa allí.

El viaje seguido a EE.UU. estaba previsto sólo para unos días. Allí las personas todavía no nos conocían, y, a diferencia de nuestra misión en Houston el año pasado, donde estuvimos más bien con los grupos hispanos, esta vez estuvimos propiamente con los estadounidenses… Por eso, en esta ocasión estuvo en primer plano la Música Sacra. Sabíamos que era necesario que primero las personas escuchen esta música, porque muchos no pueden siquiera imaginarse su belleza sublime. Una vez que escucharon la música, las puertas se abrieron ampliamente y surgieron invitaciones para el futuro. Así, vemos este período en EE.UU. como un “abre-puertas” para misiones futuras en ese país. Pudimos certificar lo que ya habíamos experimentado en Jerusalén; a saber, que los americanos son muy receptivos para la Música Sacra. Por eso la misión nos llevará pronto de regreso a este inmenso país. Y también ahí nos encontramos con personas muy generosas, que nos apoyaron con gran corazón.

Entonces, ¿cuál es la esencia de lo que transmitimos a las personas?

La Música Sacra

La descripción más hermosa que he podido escuchar sobre la Música Sacra fue dada por Sta. Hildegarda de Bingen, quien decía que esta música es el último recuerdo del Paraíso perdido. Hemos recibido testimonios conmovedores, que certifican esta afirmación: es un recuerdo del Paraíso, y, al mismo tiempo, un pregustar de lo que nos espera después de la muerte, cuando estemos unidos a Dios en la eternidad. El alma identifica esta música y da su respuesta…

A esto viene a añadirse el hecho de que, a través de la Música Sacra, sobre todo cuando resuena dentro de la Santa Misa, las personas entran en contacto con la tradición de la Iglesia, que hoy en día se está perdiendo cada vez más. Con el coral gregoriano vienen a nuestro encuentro los siglos de la Iglesia, y esta música nos une a la Iglesia en sus inicios y a lo largo de su historia, en la cual resonaba en todo el mundo católico el canto gregoriano, particularmente en los monasterios.

El coral gregoriano hace parte de la identidad esencial de la Iglesia, y cuando Harpa Dei hace resonar nuevamente en las Santas Misas esta música, con la belleza que le es propia, entonces, de alguna manera, le recordamos a la Iglesia lo que Ella es, la riqueza de los tesoros espirituales que Dios le ha confiado… Así, vemos a la Música Sacra como un servicio para la glorificación de Dios y para la Iglesia.

El servicio de la palabra

Podemos transmitirla a través de las meditaciones con las que acompañamos las Horas Santas de adoración eucarística, a través de las charlas y de los retiros… El punto de partida es siempre la auténtica doctrina de la Iglesia, sin relativizaciones ni modernismos. La enseñanza sobre el camino espiritual de seguimiento de Cristo necesita este claro fundamento, para que la vida interior esté en concordancia con la doctrina. Así como la práctica pastoral tiene que estar en conformidad a la recta doctrina, para que no genere confusiones, así sucede también con la enseñanza espiritual.

De esta manera, intentamos brindar un buen alimento a las personas, y podemos notar su gratitud por ello. Las personas confían en lo que les decimos, y se ven fortalecidas en su identidad católica. Porque también la recta doctrina, que es como agua cristalina, y la clara enseñanza espiritual, son expresión de los tesoros de nuestra Iglesia, que, gracias a Dios, aún no están del todo enterrados.

Después de una misión, solemos ofrecer a las personas la posibilidad de recibir estas meditaciones diarias, y son muchas las que gustosamente acogen este ofrecimiento. De esta manera se puede dar una continuación “a distancia” de lo que se ha podido sembrar con nuestra presencia.

Nuestro testimonio

Esperamos que a través de nuestro servicio también podamos dar a las personas un testimonio de lo que es vivir en el Señor. Esto es lo que las personas nos dan a entender, y eso nos alegra, porque, de hecho, estamos llamados a ser el “buen olor de Cristo” (cf. 2Cor 2,15).

Creo que esto podría bastar para un “breve relato”. Estamos muy agradecidos con el Señor, y también con las muchas personas a las que pudimos llegar y que a diario nos escuchan. Les pedimos de corazón que sigan orando por nosotros, para que podamos continuar con fecundas misiones conforme a la Voluntad del Señor, donde sea que Él nos llame.

Por ahora, la misión volverá “a casa”, a la Tierra Santa, allí donde toda misión tiene su origen. Llevaremos allí espiritualmente a todas las personas con las que nos hemos encontrado y a las que nos escuchan diariamente, y las tendremos presentes en nuestras oraciones en los lugares santos. Desde ahora nos alegramos, y, si Dios quiere y nos da vida, podremos estar pronto en la Ciudad Santa: la Ciudad del Gran Rey.


Harpa Dei acompaña musicalmente las meditaciones que a diario ofrece el Hno. Elías, su director espiritual. Éstas se basan normalmente en las lecturas bíblicas de cada día; o bien tratan algún otro tema de espiritualidad.
http://es.elijamission.net