La amenaza anticristiana y la resistencia contra ella (Parte I)

Para todos los oyentes de las meditaciones diarias:

La actual pandemia, así como también otras amenazas que se ven venir en el mundo e incluso en nuestra Santa Iglesia, inquietan a no pocas personas. Son cada vez más frecuentes preguntas como éstas (y también a mí me han sido dirigidas): ¿Será que ha llegado el tiempo en que hay que retirarse al campo y salir de las grandes ciudades? ¿Estarán cumpliéndose los acontecimientos profetizados en el Libro de Daniel (cf. Dan 7 y 12)? ¿Será que están ya en marcha los jinetes descritos en el Libro del Apocalipsis (cf. Ap 6,1-8)? ¿Seremos forzados a vacunarnos con una sustancia que contiene también material embriológico? ¿O se incluirá en la vacuna algo que enferme a la persona, o que controle todos sus movimientos? ¿Estaremos acercándonos a una dictadura con el carácter de un Gobierno Mundial? Éstas y muchas otras sospechas y observaciones se plantean…

No puedo prometer que daré una respuesta concreta a cada uno de estos temores. Pero me los tomo en serio y procuraré abarcarlos. En este contexto, hay que evitar dos extremos:

El primero consiste en relativizarlo todo, y creer que aquellas personas que tienen tales ideas están simplemente absortas en teorías de conspiración, y que en realidad la situación no sería tan grave… Ésta es una visión que no es bíblica ni realista, porque cierra los ojos ante los peligros concretos, de manera que no se puede tener una clara perspectiva de la situación actual, sea por una cierta ingenuidad, por ceguera, o por ambas cosas…

El otro extremo consiste en dedicarle demasiada atención a toda amenaza e investigarla con frecuencia… En este caso, el peligro está en dejarse aplastar y hundir por los acontecimientos negativos –o por los que uno considera como tales–, de manera que fácilmente se deja de centrar la mirada en Dios, quien tiene todo en Sus manos. Uno no pone la suficiente distancia ante las amenazas, y así corre el riesgo de perder la sobriedad espiritual.

Yo quisiera responder a todos estos temores empezando a tematizar la amenaza anticristiana de la forma más sobria posible. Me abstendré de hacer especulaciones osadas, que lamentablemente suelen surgir alrededor del tema del Anticristo. Pero hay que recalcar que este tema no es invento de una imaginación excitada; sino que está basado en la Sagrada Escritura y también en el Catecismo de la Iglesia Católica. A lo largo de los próximos días, actualizaré una serie de conferencias que di hace algunos años sobre el tema del Anticristo. Hoy empezaremos con la primera parte: Justificación e Introducción.

Justificación del tema

Escribe San Cirilo:

“Por eso prepárate, oh hombre. Si conoces las señales del Anticristo, no sólo las has de tener en tu memoria; sino que has de compartirlas con tu entorno. Si tienes un hijo según la carne, no dudes en instruirlo. Si eres maestro, prepara a tus hijos espirituales, para que no tomen lo falso por verdadero, pues este misterio está ya obrando.”

Introducción

Hablar sobre el Anticristo no es asunto fácil, pues en esta figura, que según muchos testimonios fidedignos ha de presentarse al Final de los Tiempos, se manifestará a plenitud el ‘misterio de la iniquidad’ (cf. 2Tes 2,7). Por tanto, el Anticristo constituirá una amenaza para el mundo entero. Pero la complejidad del tema no puede ser pretexto para callar, menos aún en un tiempo en que las amenazas anticristianas son evidentes, a pesar de que muchos no las identifican ni rechazan como tales, causando así confusión entre los fieles.

Sin lugar a dudas, el anuncio debe enfocarse en el mensaje salvífico de Cristo, que es la Redención del hombre y su posibilidad de retorno a la Casa del Padre. Pero tampoco se puede cerrar los ojos ante el poder que el Diablo ejerce en este mundo; pues él, empujado por su mala intención, intenta confundir y arrastrar al hombre para involucrarlo en la rebelión que él mismo inició contra Dios. De esta manera, quiere erigir un perverso Reino del Mal.

Las figuras anticristianas no siempre son tan fáciles de identificar como lo fueron aquellos dictadores que provocaron tanta desolación y destrucción en los siglos pasados. Sin embargo, en el primer momento la mayoría tampoco supo identificar a estos embusteros; sino que solamente los reconocieron como enemigos de la humanidad cuando sus malas obras se hicieron demasiado evidentes.

Por ello, se requiere vigilancia. En primera instancia son los cristianos quienes, conociendo la voz de su Pastor, deberían ser capaces de discernir qué es lo que viene de su Señor y qué es lo que no procede de Él. Pero esta diferenciación no siempre es tan sencilla, pues Satanás puede presentarse como ángel de luz (cf. 2Cor 11,14). Por ello, el espíritu de discernimiento debe desenmascararlo con claridad. Como católicos, esperamos que la Iglesia sepa advertirnos a tiempo de los peligros. Pero tampoco podemos poner ahí toda nuestra esperanza, pues los pastores de la Iglesia pueden errar y no saber medir e identificar los peligros de la sutil seducción anticristiana.

Puesto que llevo ya bastante tiempo observando los avances anticristianos, y me doy cuenta de que cada vez se difunden y refuerzan más, e incluso quieren influenciar a la Iglesia, siento la responsabilidad de hacer aquello que advierte San Cirilo en la frase citada al inicio.

Espero que mis palabras sirvan para que estemos mejor preparados, en un momento en que el misterio de la iniquidad en el espíritu anticristiano se difunde cada vez más, preparando el camino para la posible venida de un nuevo Anticristo. Y lo que más desearía es que este tema sirva para que nos revistamos con la armadura espiritual (cf. Ef 6), tan necesaria en estas circunstancias, para poder ofrecer resistencia a los poderes de la oscuridad.

No existe ninguna incertidumbre respecto al desenlace de la batalla entre la luz y las tinieblas, pues la victoria de Nuestro Señor Jesucristo es indudable. Al Final de los Tiempos, el Diablo será arrojado al lago de fuego y azufre, y allí mismo serán precipitados la Bestia y el Falso Profeta (cf. Ap 20,9-10). Nosotros, por nuestra parte, estamos llamados a enrolarnos en el “ejército del Cordero” para este combate espiritual, asumiendo nuestro sitio, y a no rendirnos indefensos ante la creciente oscuridad.


Harpa Dei acompaña musicalmente las meditaciones que a diario ofrece el Hno. Elías, su director espiritual. Éstas se basan normalmente en las lecturas bíblicas de cada día; o bien tratan algún otro tema de espiritualidad.
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