Dios permanece fiel a Sí mismo

Os 8,4-7.11-13

Así dice el Señor: “Han entronizado reyes en Israel sin contar conmigo; han nombrado príncipes sin mi conocimiento. Con su plata y oro se han fabricado ídolos, para su perdición. ¡Rechaza tu becerro, Samaría! Mi cólera está ardiendo contra ellos: ¿hasta cuándo no podrán purificarse? ¡Es obra de Israel!, pues lo ha fabricado un artesano, y eso no puede ser Dios. Así que quedará hecho trizas el becerro de Samaría.

“Si siembran viento, cosecharán tempestades: tallo que no tenga brote, no dará harina; y si la da, extranjeros la devorarán. Efraín ha multiplicado los altares para pecar; pues sólo para pecar le han servido los altares. Aunque le deje escritas las excelencias de mi ley, las considera algo extraño. ¡Ya pueden ofrecer, si quieren, sacrificios en mi honor, y comerse la carne! Yahvé no los acepta; recordará sus culpas y castigará sus pecados: habrán de volver a Egipto.” 

Los textos del Antiguo Testamento nos recuerdan una y otra vez cómo el Pueblo de Dios se apartaba de su Señor, y cómo Él tenía que tomar consecuentemente las medidas ante un comportamiento tal. ¡Y es que se trata de una Alianza que Dios había sellado con Su Pueblo; y a la cual el Pueblo había dado su consentimiento!

Algunas personas podrían verse tentadas a pensar que el Dios de la Antigua Alianza es un Dios distinto, y que sólo el Dios de la Nueva Alianza, el cual Jesús nos da a conocer, es el verdadero Dios. ¡Pero ésta es una visión errónea! Lo que cambió fue que, a partir de la Venida de Su Hijo al mundo, nosotros, como hombres, pudimos conocer mejor a Dios y, aún más, recibir aquella gracia que el Señor nos concede como Mesías y Redentor, y que es accesible para cada persona. ¡Pero el Dios es el mismo!

Ahora bien, si Dios no ha cambiado ­–y de seguro no lo ha hecho, puesto que es inmutable–, entonces Él sigue queriendo atraer a los hombres hacía Sí, para que acojan Su amor y puedan conocerlo. Entonces también hoy en día toda clase de ídolos son una abominación para Él, porque distorsionan Su imagen e inducen a error a las personas. Y, a nivel objetivo, el error es un gran enemigo del hombre, por lo cual Santo Tomás de Aquino decía: “El mayor bien que se puede hacer a una persona consiste en llevarla del error a la verdad.”

Ésta es una frase muy importante de Santo Tomás, y, si la tomamos en serio, nuestros esfuerzos como católicos no pueden dejar de dirigirse a ayudar a las personas a salir de sus errores y despertar a la verdad o avanzar en su conocimiento de Dios.

Dios considera el culto a los ídolos como una ruptura de la Alianza, que, si no se expía sinceramente y se recibe el perdón, hará recordar a Dios las culpas, como decía el texto: “[El Señor] recordará sus culpas y castigará sus pecados: habrán de volver a Egipto.”

¡Volver a Egipto! Para los israelitas, Egipto era la casa de esclavitud, el sitio de la privación de libertad y de la deshonra… En aquel tiempo, Dios había escuchado el grito de su Pueblo en medio de su angustia y lo había sacado de Egipto con mano fuerte.

Y ¿qué hay de los pueblos que antiguamente eran paganos? ¿Acaso el Señor no los “sacó de la esclavitud de Egipto” y los condujo al verdadero conocimiento de Dios? ¿No recibieron acaso la gracia de liberarse del yugo que cargaban a causa de su carente conocimiento de Dios? ¿Qué sucede si ahora vuelven a los ídolos, o se dirigen a los nuevos y modernos ídolos? ¿Es que Dios debería simplemente cerrar los ojos y permitir que las almas caigan en oscuridad? ¿O es que se está empezando a aceptar simplemente el error en materia de religión, no haciendo distinción entre el verdadero conocimiento de Dios, un carente conocimiento de Dios y una falsa imagen de Dios?

En efecto, para hacer esta última distinción se necesita tener la certeza de fe de que a la Iglesia Católica Dios le ha confiado la plenitud de la verdad. Tan pronto como se disipe esta verdad, la Iglesia dejará de ser la Maestra de los pueblos, y en algún momento –y este rumbo se ha emprendido ya – se la incluirá en lo que parece ser algo más grande, sea interconfesional, ecuménico, o llámeselo como se lo llame…

Enseñar a los pueblos no significa que el conocedor de la verdad se presente con arrogancia; sino que, como servidor de la verdad, anuncie al Señor en palabras y obras, e invite a las personas a abrirse a Su amor. Esto implica también señalar a los errores como errores, y tratar de ayudar a que sean superados.

La idolatría sigue siendo idolatría aún hoy en día, y de ninguna manera nuestro Padre Celestial la ve como un culto válido a Dios. ¡La idolatría es siempre un “retorno a Egipto”! Esto cuenta particularmente para aquellos pueblos que ya habían recibido la luz del evangelio. Como fieles católicos, nos encontramos en camino hacia la “Tierra Prometida”, y aunque tengamos que atravesar algunos desiertos, nunca volvamos atrás.

“Necios son los que pasean su ídolo de madera, y suplican a un dios que no salva.” (Is 45,20b)

¡No debe haber ídolos en la Iglesia Católica, ni tampoco errores o verdades a medias! El Señor ha confiado un gran tesoro a Su Iglesia. ¡Permanezcamos fieles hasta la muerte! (cf. Ap 2,10)


Harpa Dei acompaña musicalmente las meditaciones que a diario ofrece el Hno. Elías, su director espiritual. Éstas se basan normalmente en las lecturas bíblicas de cada día; o bien tratan algún otro tema de espiritualidad.
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